lunes, 3 de julio de 2017

SATYA- El Amor.3


El Amor. 3
Pregunta: Deseo el Amor, pero al mismo tiempo tengo temor de recibirlo, porque sé que puedo sufrir. ¿Cómo puedo hacer?
Respuesta:
“Imagina un jarro hermoso, pintado, precioso, pero vacío.
Es natural que se tema llenarlo, si en el pasado, llenando otro jarro, este se ha roto, por lo tanto se trata de proteger el jarro nuevo no vertiendo nada dentro.
Pero así corre el riesgo de no usarlo, de volverlo inútil, feo.
Ahora sientes este temor, porque todavía tienes en mano las piezas del otro jarro.
Existe quien conserva las piezas del jarro roto, porque quiere recomponerlo y así pierde todo aquel Amor que habría llenado muchas otros jarros.

SATYA- El Amor. 2


El Amor. 2
Pregunta: ¿Pero qué es el Amor verdadero?
Respuesta:
“El Amor verdadero es alegría, es paz, es tranquilidad, es serenidad, es armonía, es fusión con todo, con el Todo, con el Universo.
A menudo los amores que vives están contaminados por las necesidades, por la posesividad, por deseos que hacen dirigir la mirada a tierra, no al cielo, por lo tanto hacen sufrir. El Amor puro, el Amor verdadero hace mirar hacia arriba, empuja hacia arriba.
Y si dudas tienes que este Amor pueda existir, mira a un niño de tierna edad, mira cómo él vive el Amor.
Es la experiencia que contamina al Amor, pero el Amor puro existe.

SATYA- El Amor. 1

El Amor. 1
Comentario
Querida Alma Luminosa, no te hablo del Amor, sin embargo te regalo el Amor que tengo en el corazón, porque el Amor se puede dar a conocer solamente donándolo.
Cuando una mamá toma en brazos a su niño, lo lleva al corazón, lo aprieta fuerte a si, lo nutre y lo hace crecer con su Amor, lo conforta y lo alienta con su Amor, ese niño no ha sentido hablar del Amor, pero ha conocido y sentido el Amor de la mamá, no lo olvidará jamás, aquel Amor representará los cimientos de su vida.
Cuando un niño siente la mirada tierna de un padre que vigila sobre de él, siente el apretón de su mano fuerte que lo acompaña en sus pasos, ese niño no ha sentido hablar del Amor, pero ha conocido y sentido el Amor del papá, ese niño crecerá fuerte y seguro.
Cuando un hijo siente el brazo del padre que se posa sobre sus hombros en prepararlo para la vida y, una vez preparado, es dejado libre de vivir su vida, aquel hijo no ha sentido hablar del Amor, pero ha conocido y sentido el Amor del padre, aquel hijo irá sereno por la vida, caminará seguro por su Sendero.
Cuando miras a los ojos a la persona que amas, permites a su mirada de entrar dentro de ti, de percibir el latido de tu corazón y del corazón conocer los sentimientos y las emociones, cuando acoges los sentimientos, las emociones de la persona querida, el Amor crea la unión de los corazones, la fusión de las Almas. No se ha pronunciado palabra: sólo se ha permitido al Amor de vibrar de corazón a corazón, de Alma a Alma.

FRANCISCO DE ASÍS.- CAP. 33: LAS LÁGRIMAS DE «FRAY JACOBA» FINAL DEL LIBRO.


La primera persona admitida junto al cadáver de Francisco fue Jacoba. Anegada en llanto, se arrojó otra vez sobre los mortales despojos de su maestro, besando mil y mil veces las llagas de las manos y de los pies. Después, en compañía de los hermanos, veló toda la noche junto al cadáver de su maestro, y, al despuntar la aurora del día siguiente (domingo), la amiga de Francisco tenía ya tomada su resolución: en adelante no se alejaría nunca de Asís, pasaría el resto de su vida en los lugares donde Francisco había vivido y realizado su obra.

FRANCISCO DE ASÍS.- CAP. 32: EL TESTAMENTO Y LA MUERTE


Obligado Honorio III a salir de Roma a fines de abril de 1225 por haberse levantado en ella una sediciosa conspiración, se dirigió primeramente a Tívoli y, tras corta permanencia en esta ciudad, fue a establecerse definitivamente en Rieti, donde permaneció hasta principios del año siguiente. Fray Elías, apoyado por el Cardenal Hugolino, aprovechó esta espléndida ocasión para redoblar sus instancias a fin de conseguir de Francisco que se trasladase a la corte pontificia y consintiese en que los hábiles médicos de ella procurasen curarle de los ojos (1 Cel 98-99). Lo consiguió finalmente, y al declinar el verano de 1225, Francisco abandonaba el retiro de San Damián, no sin antes despedirse de Clara y sus hermanas. Todo induce a creer que entonces precisamente les dio su Última voluntad.
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