lunes, 25 de febrero de 2019

RESPUESTAS AL CORAZÓN: AMISTAD


La verdadera amistad es hallar la Divinidad en el amigo. Y, mientras encuentras la Divinidad en el amigo, te darás cuenta de que también ocurre en él una sutil transformación.
Verás que está siendo elevado y no sabrá por qué. Te responderá solamente amándote más. Mientras tanto tú
estás creando en su corazón ese amor hacia tí, porque tú has comenzado a amarle. Esta es la verdadera amistad.
Sólo puedes conocer a una persona en su totalidad si conoces tu propia totalidad.
Dar no signifi ca sólo hacer un regalo u ofrecer algo mundano o monetario. Es darse uno mismo: es darse uno completamente.
Tú eres yo y yo soy tú. Esta es la verdadera amistad. Esta unión entre dos personas es la misma que la de un hombre con Dios, porque no es la del cuerpo o la mente, sino del verdadero espíritu que está dentro; porque el cielo de tu interior es el mismo que en el mío.
Para servir a un amigo es necesario un sacrifi cio ¿Qué es lo que realmente sacrifi cas?, sacrifi cas los sentimientos que hay en tí y los pones a sus pies. En otras palabras, estás sacrifiando tu personalidad.
Todo lo que te compone a tí lo estás sacrificando a los pies de tu amigo: puede ser amor y enfado o cualquier otra cosa conectada contigo, cualquier clase de emoción, positiva o negativa.
Estás sacrifi cando todo esto a los pies de tu amigo.
Cuando nos hacemos destructivamente críticos, de nuestros corazones surge odio en vez de amor.


RESPUESTAS AL CORAZÓN: EL EGO


Y aquí llegamos a la piedra en la que todos chocamos. Las nubes
que nos ocultan el sol. Y sin embargo, es sorprendente conocer, que es el mismo sol él que produce las nubes que lo ocultan, y a través de este eterno ciclo, una y otra vez la lluvia hace germinar la tierra. Cuando lloramos y cuando reímos, las mismas lágrimas hacen que la semilla que llevamos, germine, despejándose las nubes y dejando que el sol brille en toda su plenitud, para que hora la semilla crezca.
En la búsqueda de la felicidad, nos tropezamos con aquello que
llamamos ego, una forma individualizada a la que nos apegamos
y a través de la cual se manifiesta El Amor, desde nuestro centro que es el corazón.
Deja que el corazón te guíe en este bello juego, en el cual expandiendo el ego, disipamos las nubes del yo que nos impiden ver el sol.
Solo hay que regar el jardín, la semilla crece sola; no tienes que
preocuparte por ello.
 
Ego
El ego comenzó en esa fina corriente a nivel supraconsciente, y según se hizo más y más denso, se hizo más y más individualizado,
constituyendo lo que llamamos personalidad humana: eso lo que llamamos el ego humano.
El hombre no posee un ego, es el ego.
Cuando quedamos inmersos en el ego, nos centramos en nosotros
mismos y comenzamos a creer que todo el mundo gira a nuestro alrededor. Creemos que somos el centro del universo y que todo el mundo nos debe prestar atención.
Dejad de estar centrados en vosotros mismos, centraos en el Ser.
 
Cuando una persona dice que no necesita ayuda externa, no es el verdadero yo quien lo dice, sino el ego. El ego asume la importancia de: “Yo soy todo y no hay nada más grande que yo”,
y cuando el ego piensa que es autosuficiente, no se hace ningún
progreso.
Lo verdadero, lo cierto, es que lo que asumimos como real es falso. Aceptando el principio de “mi mente condicionada es pequeña e insignificante”, según ese darse cuenta se hace realidad desarrollamos humildad y nos entregamos a un poder mayor. Dejamos de alardear de que “yo” puedo hacerlo todo y empezamos a preguntar:”¿Quién es el verdadero Hacedor?”.
Aquí es donde empieza la búsqueda y a tener realmente importancia la pregunta: “¿Quién soy yo?”
El ego es algo muy engañoso.
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