En los años 60 vivimos una revolución que no sabíamos que nos preparaba para lo que vendría. “Los hippies”, como se nos llamaba entonces a los jóvenes, a través de canciones y de reuniones masivas y pacíficas, clamábamos por un sí al amor, a la paz y a la armonía, y un no a la violencia, a la guerra, al temor. Es como si nuestros sinceros deseos de entonces se hubieran hecho realidad con la llegada de estos nuevos niños. Su esencia es el amor y es lo que esperan encontrar en sus hogares y en su entorno.
Su increíble sensibilidad es una de las características de los niños Índigo, y cuando les hace falta este amor, tratan de encontrarlo llamando la atención de diferentes maneras. Y esto muchas veces nos confunde como adultos, tanto en el hogar como en la escuela. ¿Por qué son hiperactivos? ¿Por qué no son capaces de concentrarse? ¿Por qué a veces se vuelven violentos? ¿Por qué no están dispuestos a obedecer órdenes de sus mayores? Inmediatamente los enviamos al especialista. No pensamos que, la mayoría de ellos, lo que quieren es atención y amor. Y no sólo recibir amor, sino vivirlo a su alrededor. Necesitan vivir en un ambiente armónico, porque muchas veces cuando se vuelven inquietos y agresivos, lo que están tratando de hacer es llamar la atención de los adultos hacia ellos para que dejen de discutir, de pelear, y así hacer que vuelva la paz al mundo donde ellos tienen que convivir.