lunes, 15 de mayo de 2017

LIBRO ARPAS ETERNAS (Josefa Rosalia Luque) Capitulo 4 (Cuarto Escrito)


A LOS MONTES DE MOAB
Capitulo 4 (Cuarto Escrito)
Si el fallo era favorable, los graduados levantaban su capuchón y el gran velo del Templo era descorrido para que pasaran todos al Tabernáculo de las ofrendas, donde el Gran Servidor encendía con un cirio de los Setenta que allí ardían, una hoguera sobre una mesa de piedra y en ella se quemaban las carpetas con la última confesión de los graduados.
El oficiante decía en alta voz: —“El fuego de Dios reduce todo a cenizas, lo grande y lo pequeño, lo bueno y lo malo.
Y la ceniza es olvido, es silencio, es muerte”. –Y cantaban el Salmo de la Misericordia o Miserere, arrojando incienso y mirra a las ascuas mientras el oficiante añadía–:
“Sea agradable a Vos, omnipotente Energía Creadora, Causa Suprema de toda vida, de todo bien, la ofrenda que acaban de hacer de los siete años vividos en vuestra Ley, estos Hermanos, que reclaman de vuestra inmensa Piedad, el don de ser acercados a Vos por nuevas purificaciones, que serán otros tantos holocaustos en favor de la humanidad, herencia del Cristo”.
Acto seguido, les vestían las túnicas de blanco lino y les ceñían a la frente una cinta de púrpura con tantas estrellas de plata de cinco puntas como grados habían pasado.
Y a la cintura les ceñían un cordel de lana color púrpura que se llamaba el Cíngulo de Castidad, en cuyos colgantes tenía tantos nudos cuantos grados habían pasado. Entonces y sólo entonces, los graduados subían las siete gradas del Tabernáculo, donde se hallaba un gran cofre de plata cincelada que el Gran Servidor abría.

LIBRO ARPAS ETERNAS (Josefa Rosalia Luque (Capitulo 4 Tercer Escrito)



A LOS MONTES DE MOAB
Capitulo 4 Tercer escrito )
Y cuando ya el sol iba a hundirse en el ocaso, los tres viajeros desmontaban en la gran puerta de entrada al Santuario de los esenios. ¿Te figuras lector amigo una enorme puerta de plata cincelada, o de bronce bruñido, o de hierro forjado a golpes de martillo? Nada de eso. Es puerta de un Templo esenio que nada revela al exterior y sólo sabe que es una puerta el que ha penetrado alguna vez en ella. Era una enorme piedra de líneas curvas cuya forma algo irregular presentaba achatamientos en algunos lados, y que a simple vista parecía un capricho de la montaña o la descomunal cabeza de un gigante petrificada por los siglos. Mas era el caso que esta inmensa esfera de piedra giraba sobre sí misma en dos salientes cuyos extremos estaban incrustados en los muros roqueños de la entrada; y el movimiento era del interior al exterior, mediante una combinación sencilla de gruesas cadenas.

LIBRO ARPAS ETERNAS (Josefa Rosalia Luque) Capitulo 4 Segundo Escrito


 


A LOS MONTES DE MOAB
Capitulo 4 Segundo Escrito
Era la Fortaleza de Masada un escenario demasiado conocido para los esenios, que hacía años entraban allí como médicos, y como consoladores de los infelices que eran condenados a la horca, que funcionaba en las profundidades del peñón en que se asentaba el edificio.
Era una enorme caverna destinada nada más a cámara de suplicio, pues allí se cortaban cabezas, se ahorcaba, se descuartizaba y se quemaban a los condenados a la hoguera. ¡Aquella tétrica morada, era testigo mudo de los prodigios de ingenio y de abnegación de los terapeutas peregrinos, para evitar torturas y salvar a muchos infelices condenados a la última pena! ¡Cuántas vidas salvadas y cuántas almas redimidas, sin que nadie sobre la tierra conociera este aspecto del heroico apostolado de los esenios! Era relativamente fácil para ellos, disponer las cosas en forma que la madre y los hijos pudieran estar juntos parte del día y de la noche, y que a la vez se hicieran ver los tres del solitario de la caverna por el gran ventanal que daba a esa dirección.


LIBRO ARPAS ETERNAS (Josefa Rosalia Luque) Capitulo 4

 

A LOS MONTES DE MOAB
Capitulo IV
Los Siete Cirios del Monte Quarantana, que cirios se denominaban a sí mismos los esenios que habían ya escalado el grado Cuarto de la Fraternidad, pues que debían tener las características propias de un cirio: derramar la luz de Divina Sabiduría y calor del fuego sagrado del Amor que lleva hasta la muerte, si de ella ha de surgir la redención de las almas.
Decía pues, que los siete Cirios del pequeño Templo del monte Quarantana que hemos conocido ya, eran: Ismael, Abiatar, Henan, Joel, Sadoc, Manasés y Amós.
Les encontramos de nuevo, la misma mañana que Elcana, Josías y Alfeo emprendían el regreso a sus hogares en Betlehem. Cantaban acompañados de salterios y de cítaras, hermosos salmos de acción de gracias, mientras el sol levantándose en el oriente dejaba penetrar un rayo oblicuo de su luz de oro por una lucera de la roqueña techumbre.

ÍNDIGO.- El Índigo y el ADD/ADHD


Cada día aumenta el número de niños diagnosticados con Déficit de Atención (ADD) e Hiperactividad (ADHD) llegando a proporciones casi epidémicas. Pareciera que se ha convertido en moda. No hay duda que habrá casos que reúnan las características
neurofisiológicas para dicho diagnóstico. Sin embargo, ¿por qué en determinados métodos de educación, como es el caso del Método Waldorf, hay una sustancial disminución de la incidencia de este diagnóstico? ¿Será que este método basado en el respeto de la individualidad, en la integración del individuo con el medio, está más centrado en la esencia del ser humano que en el cúmulo de conocimientos sobre la familia, la sociedad, las naciones, el mundo que ofrece nuestro sistema educativo tradicional y por ello tiene otro resultado?

Se ha fraguado toda una subcultura alrededor de este diagnóstico, dejando sólo dos tratamientos aceptables para la comunidad científica: el medicamento y la modificación de conducta, llegando a sustituir el diálogo en la casa por la pregunta “¿tomaste tu pastilla?”.
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