El segundo principio afirma que cada ser humano es único y que sólo él es capaz de comprenderse a sí mismo y de entender y cambiar sus procesos de percepción.
Debemos entender que nuestro paso por el mundo representa un sendero únicamente seguido por nosotros, nadie, en ninguna parte del mundo, podrá seguir exactamente el sendero que nosotros hemos elegido para nuestra vida, nadie caminará exactamente por los mismos pasos, podrán seguirnos y podremos ser nosotros quienes sigamos a otros, pero debemos entender, que cada paso que damos es únicamente nuestro, y las responsabilidades que esto trae consigo las debemos afrontar nosotros, puesto que fuimos nosotros quienes ejercimos las acciones. Por otra parte, ¿quién podría juzgar el camino que nosotros vamos llevando en nuestras vidas, quién podría entender los porqués, las motivaciones que nos impulsan a dar tal o cual paso en nuestra vida, quién conoce lo que sucede dentro de nosotros, con qué derecho el resto del mundo se atreve a juzgar nuestros actos, quiénes son ellos y qué representan para mí sus opiniones?
Tomar Conciencia de Nuestra Esencia Personal
Una cosa debemos entender: nosotros somos únicos en todo el mundo, no hay otro ser como nosotros, no existe otro ser que piense igual que nosotros; lo que nosotros hacemos lo hacemos por convicción propia, y si nos equivocamos, nosotros seremos quienes aprenderemos, y si acertamos, nosotros seremos quienes obtengamos la gloria.
Es muy cierto que a lo largo de nuestras vidas vamos siguiendo los ejemplos dejados por otros antes que nosotros, escuchando los consejos que otros nos dan, y vamos siendo impulsados por los comentarios que nuestras familias, amistades, o personas importantes para nosotros nos dan.
Es muy cierto que vivimos continuamente interaccionando con otros, y que de esta continua interacción surgen una multitud de decisiones de parte nuestra, pero, más cierto que todo eso, es que nosotros somos criaturas únicas en el universo y que lo que pasa dentro de mi ser, sólo yo puedo entenderlo y los resultados de lo que haga, sean buenos o malos, satisfactorios o frustrantes, serán únicamente mi responsabilidad.
No aceptaremos las ofensas provenientes de otras personas, porque carecen de significado al no entender ellos nuestro verdadero ser; los consejos y todas las buenas intenciones que otras personas tengan para ayudarnos y guiarnos en nuestra vida, las escucharemos con el debido respeto, pero entendiendo que nuestras vidas son únicamente nuestras y que en el camino que vamos siguiendo, cada paso que damos, nos acerca o nos aleja de la meta que nosotros mismos nos hemos definido.
La Trascendencia de Nuestros Actos:
Cosechamos lo que Sembramos ¿Por qué vivir pensando en si a los demás les gustará lo que vamos a hacer; por qué vivir mortificados si cada una de nuestras acciones será aprobada por la sociedad?; mejor entendamos, que cada cosa que hagamos producirá un efecto en el mundo exterior, en las demás personas, y que esos efectos me ayudarán o perjudicarán en mi continuo caminar hacia las metas que me he fijado.
¿Por qué no observar a las personas y analizar su comportamiento hacia nosotros, en función de las acciones que nosotros vamos realizando en nuestra vida; por qué no entender, que lo que nosotros recibimos de parte de la sociedad es un resultado de lo que nosotros mismos le hemos dado?
Por qué no entender, de una vez por todas, que si bien sigo un camino único y soy un ser distinto a todos los demás, todo lo que yo haga provoca una reacción en el resto de mis hermanos, y que si lo que busco es lograr el respeto, la amistad, la admiración de los demás, cada uno de mis actos debe estar cuidadosamente vigilado para obtener precisamente esos resultados.
Si la sociedad me rechaza, seguramente ha sido porque mis acciones no han estado acordes a lo que es comúnmente aceptado; si el trato que recibo de parte de los demás no es de mi agrado, debemos entenderlo como una respuesta a lo que nosotros mismos hemos estado haciendo.
¿Deseamos la felicidad? Esa es la pregunta que debe estar permanentemente presente en nosotros; entonces, busquémosla a través de nuestras acciones, cuidemos cada uno de nuestros pasos, para que la respuesta que obtengamos del mundo sea justamente la que nosotros esperamos.
Vivir plenamente, disfrutando cada momento de la vida y participando de esa experiencia a los demás, es iniciarse en el camino de la permanente felicidad. Hagamos de nuestra vida un eterno estudio, analicemos cada acción, cada paso, y las consecuencias que obtenemos de parte de la sociedad que nos rodea; vivamos una vida en donde cada hecho no sea sino una lección dedicada especialmente para nosotros; permanezcamos receptivos, porque las claves supremas del comportamiento humano se esconden en los lugares más increíbles y surgirán a la luz en el momento menos esperado.
Interacción Individuo-Colectividad
Así pues, en este segundo postulado podríamos resumir, que aun cuando el ser humano es único en sus características personales, vive inmerso dentro de una vasta colectividad humana, y que de su continua interacción individuocolectividad, se produce un estado que puede llevar a la felicidad permanente, o bien, a un estado conflictivo que atrapa al ser y lo lleva a vivir una vida miserable.
Muchos hombres se encuentran sufriendo estados de permanente conflicto; muchas mujeres igualmente, se encuentran sufriendo estados permanentes de desarmonía, y cuando esto ocurre, y los individuos se sienten incapaces de romper esas largas cadenas de sufrimiento, se buscan otras opciones, entran en acción los mecanismos de defensa y aparecen las patologías que únicamente pueden ser sanadas después de largos tratamientos.
Aprendamos entonces, a vivir internamente sanos, a cultivar dentro de nosotros el equilibrio permanente de nuestras emociones, haciendo que cada uno de nuestros pasos en la vida, se convierta en una lección en donde podamos aprender la forma correcta de ser feliz.
Los Diez La Reeducación de la Humanidad
Repaso de Conceptos
Decíamos, que dentro de los principios que los seres humanos deben seguir para entender y vivir en la felicidad, conforman una disciplina, una nueva forma de percibir al mundo y organizar sus pensamientos internos, y de participar dentro de la sociedad con nuevas perspectivas.
Habíamos ya analizado el principio que dice: que sólo yo puedo alcanzar la felicidad, sólo yo puedo dármela, y, por lo mismo, esa es mi responsabilidad. Entendíamos lo inútil que es culpar a otros por no poder ser felices nosotros.
Después entendimos, en el segundo principio, que somos personas únicas en el universo, que nuestras experiencias y nuestros procesos mentales nos dan una manera particular de ver la vida y ésta es la razón de que nuestros actos, nuestra conducta, sea particularmente nuestra, ya que sólo nosotros podemos entender nuestras motivaciones más internas.
Una de las implicaciones de este segundo principio, era, que los juicios que otras personas emitan acerca de nosotros no deben afectarnos, puesto que entendemos que nadie podría juzgar las verdaderas causas de mis acciones, a menos que pudieran sentir y pensar lo que nosotros sentimos o pensamos; todos los juicios que otras personas elaboran acerca de nosotros son parciales, incompletos, y son el fruto de su propia percepción de la realidad, y esa visión que ellos tienen es tan parcial e incompleta, como la que nosotros tenemos acerca de ellos, por lo que, así como sus juicios no son válidos acerca de nosotros, tampoco los nuestros serán válidos acerca de ellos. Entendimos la inutilidad de pasar por la vida juzgando cada cosa que vemos. Entendimos que viviendo en el presente se eliminan los juicios hipotéticos. Aprendimos igualmente, la trascendental importancia que tiene el que las personas aprendan a fijarse en el tiempo presente, eliminando todo el sentimiento y la carga emotiva que se acumula al estar viviendo en realidades del futuro o del pasado, es decir, realidades hipotéticas.
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