1. La ilusión de Necesidad
La primera ilusión es:
LA NECESIDAD EXISTE, ES REAL
Esta no es solo La Primera Ilusión, sino la más grande. En ella se basan todas las demás.
Todo lo que actualmente experimentáis en la vida, todo lo que sentís momento a momento,
está arraigado en esta idea y en vuestros pensamientos sobre ella.
En el Universo, la necesidad es inexistente . Uno necesita algo solo si se requiere algún resultado en particular. El Universo no requiere ningún resultado en particular. El Universo es el
resultado.
Asimismo, la necesidad es inexistente en la mente de Dios. Dios solo necesitaría algo si requiriera un resultado en particular. Dios no requiere ningún resultado en particular. Dios es aquel que produce todos los resultados.
Si Dios necesitara algo para producir un resultado ¿de dónde lo obtendría? Nada existe fuera de Dios. Dios es Todo Lo Que Es, Todo Lo Que Fue y Todo Lo Que Siempre Será. No existe nada que no sea Dios.
Quizás comprendas mejor esta idea si usas la palabra “Vida” en vez de “Dios”. Las dos palabras son intercambiables, de modo que no alterarás el significado, simplemente aumentará tu comprensión.
Nada de lo que existe, deja de ser Vida. Si la Vida necesitara algo para producir un resultado ¿de dónde lo obtendría? Nada existe fuera de la Vida. La Vida es Todo Lo Que Es, Todo Lo Que
Fue y Todo Lo Que Siempre Será.
Dios no necesita que ocurra nada, salvo lo que está ocurriendo.
La Vida no necesita que ocurra nada, salvo lo que está ocurriendo.
El Universo no necesita que ocurra nada, salvo lo que está ocurriendo.
Esta es la naturaleza de las cosas. Así son, y no como las habéis imaginado.
En vuestra imaginación, creasteis la idea de necesidad a partir de la experiencia de que necesitáis cosas para poder sobrevivir. Ahora bien, supón que no os importara vivir o morir.
Entonces ¿qué necesitaríais?
Nada en absoluto.
Y supón que os resultara imposible no vivir. Entonces ¿qué necesitaríais?
Nada en absoluto.
De modo que esta es la verdad acerca de vosotros: es imposible que no sobreviváis. No podéis fracasar a la hora de vivir. No se trata de si vais o no a vivir, sino de cómo lo haréis. Es decir
¿qué forma adoptaréis? ¿Cuál será vuestra experiencia?
Os aseguro que no necesitáis nada para sobrevivir. Vuestra supervivencia está garantizada.
Os concedí vida a perpetuidad, y nunca os la quité.
Al escuchar esto, quizá digáis: está bien, pero la supervivencia es una cosa y la felicidad es otra. Quizá imaginéis que necesitáis algo para poder sobrevivir felizmente que solo podéis ser
felices en ciertas condiciones. Esto no es verdad, pero habéis creído que lo era. Y como la creencia produce la experiencia, habéis experimentado la vida de esta manera, y por tanto habéis concebido un Dios que también debe experimentar la Vida de la misma manera. No obstante, esto es tan falso en el caso de Dios como en el vuestro. La única diferencia es que Dios lo sabe.
Cuando reconozcas esto, serás como Dios. Habrás dominado el arte de la vida y toda tu realidad por entero cambiará.
Ahora te revelaré un gran secreto: la felicidad no es creada como resultado de unas determinadas condiciones. Ciertas condiciones son creadas a resultas de la felicidad.
Es una declaración tan importante que merece ser repetida.
La felicidad no es creada como resultado de unas determinadas condiciones. Ciertas condiciones son creadas a resultas de la felicidad.
Esta declaración se aplica también a todos los demás estados de ser.
El amor no es creado como resultado de unas determinadas condiciones. Ciertas condiciones son creadas a resultas del amor.
La compasión no es creada como resultado de unas determinadas condiciones. Ciertas condiciones son creadas a resultas de la compasión.
La abundancia no es creada como resultado de unas determinadas condiciones.
Ciertas condiciones son creadas a resultas de la abundancia.
Sustituye cualquier estado de ser que puedas imaginar o concebir, y la verdad seguirá siendo que el Ser precede a la experiencia, y la produce.
Como no habéis comprendido esto, habéis imaginado que deben ocurrir ciertas cosas para que podáis ser felices, y también habéis concebido un Dios para quien lo mismo es cierto.
Sin embargo, si Dios es la “Causa Primera” ¿podría ocurrir algo que Dios no hubiera causado primero? Y si Dios es todopoderoso ¿qué podría ocurrir sin que Dios eligiera que ocurra?
¿Es posible que ocurra algo que Dios no pudiera detener? ¿Y si Dios no lo detiene, no es algo que Dios está eligiendo?
Por supuesto que sí.
Sin embargo ¿por qué habría de elegir Dios que sucedan cosas que lo hacen infeliz? La respuesta es una que no podéis aceptar.
Nada hace infeliz a Dios.
No podéis creer esto porque, para ello, tendríais que creer en un Dios sin necesidades ni juicio, y no podéis concebir un Dios así.
La razón de que no podáis concebir un Dios así es que no podéis concebir un humano así. No podéis creer que vosotros podríais vivir así –y no podéis concebir un Dios más grande que vosotros.
Cuando lleguéis a entender que podéis vivir de esta manera, entonces, sabréis todo lo que necesitáis saber acerca de Dios.
Reconoceréis que vuestra segunda afirmación era correcta. Dios no es más grande que tú.
¿Cómo podría serlo? Pues Dios es Lo Que Tú Eres, y tú eres Lo Que Dios Es. Sin embargo, tú eres más grande de lo que crees.
Los Maestros lo saben. En este mismo momento hay Maestros en este planeta que lo saben.
Aunque estos Maestros provengan de muchas tradiciones, religiones y culturas, todos tienen algo en común.
Nada hace infelices a los Maestros.
En los albores de vuestra cultura primitiva, la mayoría de los humanos no estaba en esta posición de maestría. Su único deseo era el de evitar la infelicidad, o el dolor. Su discernimiento, su conciencia era demasiado limitada como para poder comprender que el dolor no tenía por qué producir infelicidad, de modo que su estrategia de vida se erigió en torno a lo que posteriormente
llegó a definirse como el Principio del Placer. Se dirigían hacia lo que les brindaba placer, y se alejaban de lo que les privaba del placer (o les causaba dolor).
Así pues, nació La Primera Ilusión, la idea de que la Necesidad existe, es real. Fue lo que podría ser llamado “el primer error”.
La necesidad no existe. Es una ficción.
En realidad, no necesitas nada para ser feliz.
La felicidad es un estado mental.
Esto no era algo que los primeros humanos pudieran comprender. Y como sentían que necesitaban ciertas cosas para poder ser felices, supusieron que lo mismo se aplicaba a todos los
aspectos de la Vida. Incluyeron en esa suposición a esa parte de la Vida que llegaron a entender como un Poder Superior, como un poder que las sucesivas generaciones han conceptualizado como un ser vivo con toda una gran variedad de nombres, entre ellos Alá, Yahvé, Jehová y Dios.
A los primeros humanos no les resultaba difícil concebir un poder superior a ellos mismos.
De hecho, era necesario. Se necesitaba una explicación para todas aquellas cosas que ocurrían y que se escapaban totalmente de su control.
El error no estaba en suponer que existía tal cosa como un Dios (el poder combinado y la energía combinada de Todo Lo Que Es), sino en suponer que este Poder Pleno y esta Energía Total pudiera necesitar algo en absoluto; en suponer que, de alguna manera, Dios dependía de algo o de alguien para poder ser feliz o sentirse satisfecho, para poder estar completo o realizado.
Esto era tanto como afirmar que La Plenitud no estaba llena, sino que necesitaba de algo para volverse plena. Era un contrasentido –pero no podían entender esto. En la actualidad todavía hoy muchos no lo pueden entender.
A partir de esta creación de un Dios dependiente, las personas elaboraron un relato cultural en el que Dios tiene una agenda oculta. En otras palabras, para poder ser feliz, Dios quiere y
necesita que ocurran ciertas cosas, y de determinadas maneras.
Las personas han reducido este relato cultural a un mito que se ha cristalizado como:
Hágase, Señor, Tu voluntad.
Vuestra idea de que Yo tenía una voluntad, os forzó entonces a tratar de averiguar cuál sería Mi voluntad. Pronto descubristeis que, entre los de vuestra especie, no existía ningún consenso
universal al respecto. Y si no todos conocían la voluntad de Dios, o no coincidían sobre cuál era la voluntad de Dios, no era posible que todos estuvieran cumpliéndola.
Los más ingeniosos de entre vosotros emplearon este razonamiento para explicar por qué algunas vidas parecían ir mejor que otras. Pero entonces, hicisteis que surgiera una nueva cuestión:
¿Cómo es posible que no se cumpla la voluntad de Dios, si Dios es Dios?
Era evidente que había un defecto en aquella Primera Ilusión. Esto debía haber revelado que la idea de Necesidad era falsa. Pero los humanos sabían, a un cierto nivel muy profundo, que no
podrían abandonar la Ilusión, pues algo vital llegaría a su fin en caso de hacerlo.
Y tenían razón. Pero cometieron un error. En vez de entender la Ilusión como una ilusión, y usarla para el fin que se pretendía que se usara, pensaron que tenían que maquillar el defecto.
Y por tanto, para arreglar el defecto de La Primera Ilusión , la Segunda fue creada.
Neale Donald Walsch
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