LA CONDENACIÓN EXISTE, ES REAL.
El juicio debía tener una consecuencia. Si era cierto que el Juicio existía, entonces tenía que haber un porqué.
Era evidente que uno era juzgado con el fin de determinar si merecía recibir los premios por cumplir con el Requisito.
Así es como los humanos lo elaborasteis. Buscando perspicacia, intentando encontrar respuestas, regresasteis a los relatos culturales originarios, y a las primeras ilusiones en las que estos se basaban.
Os explicasteis a vosotros mismos que Yo Me separé a Mí Mismo de vosotros cuando por primera vez no cumplisteis con Mi requisito.
Cuando erais perfectos, vivíais en un mundo perfecto, el Paraíso, y disfrutabais de la vida perpetua. Pero cuando cometisteis el Pecado Original y os volvisteis imperfectos, vuestra
experiencia de la perfección se acabó en todos los sentidos.
Lo más perfecto que tenía aquel mundo perfecto vuestro, era que no moríais.
La muerte no existía. Así que al terminar con vuestra posibilidad de experimentar la perfección, pensasteis que La Cuarta Ilusión era un hecho. La insuficiencia existe, es real. No hay suficiente. Ni siquiera había suficiente Vida.
Así que la muerte tendría que haber sido la consecuencia, el castigo por no cumplir con el Requisito.
Pero ¿cómo podría ser eso así? se preguntaron los pensadores más avanzados de vuestra especie. Si todo el mundo muere ¿cómo podría la muerte ser el castigo por no cumplir el Requisito?
¡Incluso también morían los que sí lo cumplían!
Tal vez la razón de que existiera la muerte fuera que simplemente la Insuficiencia sí existía en el Universo. La insuficiencia imperaba, así es como eran las cosas. Y esto lo dedujisteis de La
Cuarta Ilusión.
Pero si la muerte era resultado de la Insuficiencia, entonces ¿cuál podría ser el resultado de no cumplir con el Requisito?
Había algún error aquí. No tenía sentido. Regresasteis a vuestro mito original. Dios expulsó a Adán y a Eva del Jardín por no cumplir el Requisito. Esto creó la Desunión, lo cual creó la
Insuficiencia, lo cual creó el Requisito.
Así que la Insuficiencia era la consecuencia del castigo de Dios. El castigo fue la separación; y la Insuficiencia, el resultado. La muerte es insuficiencia de Vida y así, por extensión, era el
castigo.
Así es como lo razonasteis. El propósito de morirse debía ser el castigo por no cumplir el Requisito, pues sin la muerte solo quedaba lo que siempre había existido, a saber, Vida Perpetua. Y si pudierais vivir para siempre... ¿cuál sería la consecuencia de no haber cumplido con el Requisito de Dios?
De este modo, lo que siempre había existido, tenía que ser tenido por una recompensa, por un premio.
¡Eso es! os dijisteis. La Vida Perpetua es la recompensa. Pero entonces surgió otro dilema.
Si la muerte existía, entonces la Vida Perpetua no podía existir.
Hmmm.
Un nuevo reto ahora: cómo concebir que ambas cosas puedan existir, a pesar del hecho de que parecen ser mutuamente excluyentes.
Decidisteis que la muerte del cuerpo físico no significaba vuestra muerte.
Y como la existencia de la muerte excluye la posibilidad de que la vida siga para siempre, decidisteis que la vida debía continuar para siempre después de la muerte física.
Pero si la vida continuaba después de la muerte física, entonces ¿cuál era el objeto de la muerte?
No tenía sentido alguno. Así que fue necesario crear otro posible resultado en vuestra experiencia de la vida después a la muerte.
A esto lo llamasteis Condenación.
Pensándolo bien, encajaba a la perfección. Concordaba con lo establecido en La Segunda Ilusión: el resultado de la vida es incierto, ¡el Fracaso existe, es real!
Ahora podíais tenerlo todo. Podíais tener muerte y Vida Perpetua, castigo y recompensa. Y al situar ambas cosas tras la muerte, fuisteis capaces de hacer que la muerte en sí misma no fuera el castigo, sino que simplemente fuera la máxima manifestación, la manifestación última, de la Insuficiencia la evidencia más impresionante de La Cuarta Ilusión.
Ahora sí que realmente las ilusiones se apoyaban entre sí. La interconexión era perfecta.
Vuestro trabajo había acabado, y os encontrabais ante la realidad producida por vuestro relato cultural, así como por vuestra interminable creación y legado de mitos que lo fortalecían.
Los mitos son el sostén del Relato, y el Relato es el sostén de las Ilusiones.
Esta es la superestructura de toda vuestra cosmología por entero.
Estos son los fundamentos de todas vuestras comprensiones.
Y todo, todo ello, es falso.
La muerte no existe. Decir que la muerte existe sería como decir que tú no existes, pues tú eres la Vida Misma.
Decir que la muerte existe sería como decir que Dios no existe, pues si Dios es todo lo que es (que es exactamente lo que Dios es), y si todas las cosas conforman un todo unificado (lo cual es cierto), entonces, si algo muere, todas las cosas mueren lo cual significaría que Dios muere. Si algo muere, Dios muere.
Esto, claro está, no puede ser así, y por tanto, reconoce lo siguiente: la muerte y Dios se excluyen mutuamente. No es posible poner uno al lado del otro.
Si la muerte existe, Dios no existe. O bien, debe concluirse que Dios no es todo lo que hay.
Dicha conclusión da lugar a una interesante cuestión. ¿Existirá algo que no es Dios, que Dios no sea?
Si crees que Dios existe, pero que existe también algo que no sea Dios, entonces puedes creer en muchísimas otras cosas no solo en la muerte, sino en el Diablo, y en todo lo que se te ocurra entre medias.
Si por otro lado crees que Dios es la energía de la Vida Misma, y que esta energía nunca muere sino que solo se transforma, y que esta energía Divina no solo está en todo, sino que lo es todo que es la energía que conforma aquello que ha tomado forma, entonces, estás a un paso de comprender que la muerte no puede ni podrá existir.
Y esta es la verdad. Yo soy la energía de la Vida. Yo soy el que da forma a aquello que ha tomado forma. Todo lo que ves es Dios, con formaciones diversas.
Todos vosotros sois Dios, en formación.
O, dicho de otro modo, sois la información de Dios.
Esto ya os lo he dicho antes, pero ahora tal vez lo podáis comprender de verdad.
He reiterado muchas cosas en nuestras conversaciones, y lo he hecho a propósito. Debéis tener una firme comprensión de cada uno de los conceptos que ya se os han dado, para poder captar los nuevos conceptos que querríais comprender.
Quizás alguien desee avanzar más rápido. Alguien tal vez piense “bien, ¡ya lo capté, lo pillé!”, y, sin embargo ¿realmente lo entiendes? La vida que vives te da la medida de lo que has
captado y de lo que no. Es un reflejo de tus comprensiones más profundas.
Si tu vida es una experiencia de alegría constante y de total bendición, es que ya lo has captado realmente. Esto no significa que tu vida no vaya a contener circunstancias que provocan
dolor, sufrimiento y desilusión. Significa que vives con alegría a pesar de las condiciones.
Tu experiencia no tiene nada que ver con las condiciones.
Esto es amor incondicional, del cual te he hablado muchas veces. Quizá lo sientas respecto a otra persona, o por la Vida Misma.
Cuando sientes un amor incondicional por la Vida, entonces amas la Vida tal y como se está mostrando, aquí y ahora mismo. Y esto solo es posible cuando estás “viendo la perfección”.
Te aseguro que todo y todos son perfectos. Cuando puedas ver esto, habrás dado tu primer paso hacia la maestría. Y sin embargo, esto solo lo comprenderás cuando entiendas exactamente qué es lo que está tratando de hacer cada persona, y el propósito de todo lo que existe bajo el cielo.
Por ejemplo, cuando entiendas que el motivo de que repita los puntos principales de este diálogo es que te adentres más y más profundamente en tu propia comprensión, y que te acerques
cada vez más a la Maestría, entonces, te encantará la repetición, pues comprenderás su beneficio.
Aceptarás el regalo.
Esto te proporcionará ecuanimidad en este momento y en todos los momentos de tu vida, sin importar lo desagradables que te parecieran antes en tu juicio sobre ellos. Encontrarás ecuanimidad incluso en los momentos previos a tu muerte, pues podrás entender también tu muerte como algo perfecto.
Vas a encontrar ecuanimidad y vas a crearla de una forma incluso más magistral, cuando comprendas que todo momento es una muerte. Cada momento es el fin de tu vida anterior y el
comienzo de tu nueva vida, según lo que ahora elijas devenir.
En cada momento te estás recreando a ti mismo de nuevo, ya sea de manera consciente o inconsciente, a sabiendas o no de lo que está ocurriendo.
No necesitas afrontar el momento de lo que antes denominabas “muerte” para poder experimentar más vida. Puedes experimentar más vida cada vez que así lo desees, de cientos de maneras diferentes, cien veces diferentes en el momento de tu nacimiento, en el de tu muerte, o en cualquier momento entre medias.
Te lo prometo: Vas a sentir más vida cuando te mueras físicamente, y con ello te convencerás, más que nunca, de que sí hay más vida, de que la vida sigue y sigue, y nunca, jamás, acaba. En ese instante te darás cuenta de que nunca hubo insuficiencia. Nunca hubo insuficiencia de Vida, y nunca hubo insuficiencia de la materia de la vida.
Eso desvanecerá La Cuarta Ilusión para siempre. Pero esa Ilusión puede ser disuelta antes del momento de tu muerte, y ese es el mensaje que aquí te doy.
La manera de producir más vida es experimentar más muerte. ¡No permitas que la muerte ocurra una sola vez en tu vida! Experimenta cada momento de la vida como una muerte, pues eso es lo que en realidad es, si redefines la muerte como simplemente el final de una experiencia y el comienzo de otra.
Cuando lo logres, podrás celebrar un pequeño funeral por lo que acaba de pasar, por lo que acaba de morir. Y entonces podrás cambiar por completo y crear el futuro, comprendiendo que hay futuro, que hay más Vida.
Cuando reconoces esto, desaparece la idea de que no hay suficiente, y puedes comenzar a emplear cada dorado Momento del Ahora de una forma nueva, con una nueva comprensión y una apreciación más profunda; con mayor conciencia y más discernimiento.
Y tu vida nunca volverá a ser la misma.
· · ·
Una vez que entiendes que siempre hay más Vida, aprendes a usar la ilusión de que no hay bastante Vida de una manera que te sirva. Esto hará posible que la ilusión te sirva de ayuda, en vez de ser un obstáculo, mientras recorres el camino y vuelves de regreso a casa.
Puedes relajarte, pues sabes que tienes más tiempo, a pesar de la ilusión de que el tiempo se está agotando.
Puedes crear con gran eficiencia, pues sabes que tienes más Vida, a pesar de la ilusión de que tu vida se está acabando. Puedes encontrar paz y alegría, a pesar de la ilusión de que no hay suficiente de lo que crees necesitar en tu vida, pues ahora sabes que sí hay suficiente. Hay suficiente tiempo, suficiente Vida y suficiente de la materia de la vida para que puedas vivir con
felicidad para siempre.
Cuando te permites experimentar que hay suficiente de lo que una vez consideraste que no había lo bastante, comienzan a ocurrir cambios extraordinarios en tu manera de vivir tu vida.
Cuando entiendes que hay suficiente, dejas de competir con los demás. Dejas de competir por amor, dinero, sexo, poder, o por cualquier otra cosa sobre la cual antes sintieras que no había lo suficiente.
La competición se ha acabado.
Esto lo transforma todo. Ahora, en vez de competir con otros para obtener lo que deseas, comienzas a regalar lo que tú quieres para ti. En vez de pelear por conseguir más amor, empiezas a dar más amor. En vez de luchar para lograr el éxito, comienzas a procurar que todo el mundo tenga éxito. En vez de esforzarte por detentar el poder, comenzarás a dárselo a otros.
En vez de buscar afecto, atención, satisfacción sexual y seguridad emocional, descubres que tú estás siendo la fuente de todo ello. Ciertamente, estarás suministrando a los demás todo aquello que tú alguna vez deseaste. Y lo asombroso de todo ello es que, en la medida en que das, también recibes. De repente tendrás más de aquello que estés entregando.
La razón de que ocurra así es muy clara.
No tiene nada que ver con el hecho de que tus actos hayan sido “moralmente correctos”, o “espiritualmente iluminados”, ni la “Voluntad de Dios”. Se debe a una verdad muy simple: No hay nadie más aquí.
Solo hay uno de nosotros.
Sin embargo, la ilusión indica que no es así.
Dice que estáis separados entre vosotros y separados de Mí. Dice que no hay suficiente ni siquiera suficiente de Mí, de modo que hay algo que tienes que hacer para poder tener suficiente. Y dice que serás vigilado muy de cerca para estar seguros de que así lo haces, y que, si no lo haces, serás condenado.
Esto no parece algo muy amoroso.
Y no obstante, si algo os han enseñado todos vuestros relatos culturales es que Dios Es Amor; Amor Supremo; Amor Absoluto; Amor Incalculable. Pero si Dios Es Amor ¿cómo podría existir la condenación? ¿Cómo podría Dios sentenciarnos a una tortura perpetua, más allá del alcance de cualquier descripción?
Esas eran las cuestiones que los humanos comenzaban a plantearse.
Era evidente que La Séptima Ilusión tenía un defecto. Esto debió haber revelado como falsa la idea de la Condenación, pero los humanos sabían, a un cierto nivel muy profundo, que no podían abandonar la Ilusión, o si no, algo muy vital llegaría a su fin.
De nuevo tenían razón, pero de nuevo cometieron un error. En vez de ver la ilusión como una ilusión, y usarla para el propósito para el cual estaba destinada, consideraron que tenían que maquillar el fallo.
Y a fin de corregir el defecto de La Séptima Ilusión crearon la Octava.
Neale Donald Walsch
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