La sección "Los títulos de los Documentos" (páginas de la VII hasta la XII) ofrece una lista de los títulos de cada Documento y de su autor. Esta relación deja claro que El libro de Urantia es una presentación compuesta de muchos autores distintos. Con seis excepciones, no están identificados por su nombre sino por su orden de seres. Los autores hacen referencias destacadas a los materiales de procedencia humana que son considerados como guía para los conceptos y perspicacias previos que eligen utilizar o adaptar.
Muchas personas han hecho conjeturas acerca del origen de El libro de Urantia. Se ocultó la información sobre los papeles específicos de los individuos y las técnicas concretas, para evitar una atención excesiva hacia los seres humanos y las circunstancias temporales. Sin embargo sí que sabemos que, a principios del siglo XX, un doctor en medicina que ejercía en Chicago se convirtió en la cabeza visible de un grupo conocido como la Comisión de Contacto. Este pequeño grupo fue el custodio inicial de los Documentos de Urantia. Sus miembros hicieron el juramento de no revelar la identidad de la personalidad de contacto (el ser humano a través del cual se transmitieron los Documentos Urantia) y de no revelar los detalles de la transmisión. Con esto buscaban evitar que las generaciones futuras veneraran a la personalidad de contacto, a la Comisión de Contacto, o a los dos.
Cuando se recibía un Documento se leía a los miembros del Foro, un grupo que se reunía en casa del doctor los domingos por la tarde para tratar sobre libros de ciencia, filosofía y religión. Los Documentos surgieron como respuestas a preguntas formuladas por los miembros del Foro. "Sin preguntas, no hay Documentos", como dijo el doctor.
De este modo, los miembros del Foro se convirtieron en los primeros lectores de los Documentos de Urantia. Fueron los primeros que creyeron que los Documentos de Urantia constituían la quinta revelación de época a nuestro planeta. También fueron los primeros que se comprometieron con la misión de compartir las enseñanzas de El libro de Urantia con los pueblos de todos los países, razas y religiones.
En el análisis final, el texto habla por sí solo, pues ni los hechos ni la lógica pueden provar que el texto es lo que proclamas sus autores. El verdadero valor de El libro de Urantia radica en su contenido, no en sus orígenes. Debido a la naturaleza reveladora del texto, cada lector tiene derecho a una valoración personal, haciendo uso de su experiencia interior directa con las ideas, los ideales y las perspicacias profundamente inspiradoras, que los autores han entretejido (Keeler y otros, Comité de Educación)
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