sábado, 6 de mayo de 2017

ÍNDIGO.- UNA DISCIPLINA AMOROSA


El acto de disciplinar es necesario y deberá ser amoroso, no debe ofrecer castigos. El Índigo no acepta castigos, por ser una actitud irrespetuosa a la importancia de ser real, generándole temor, proceso de ira y más conflictos, volviéndolo más rebelde y odioso.
La disciplina amorosa es compartida de forma lógica y realista, debiendo sus actos ser de su absoluta responsabilidad, ofreciéndoles medios para resolver los problemas creados, respetando su dignidad. El Índigo tiene que saber cómo ejercer el control de su vida y estar apto para tomar decisiones y resolver sus propios problemas. En fin, sus padres, sus familias y sus profesores tienen que actuar con integridad y firmeza delante de ellos. Permítanles asumir sus propias
responsabilidades, por más dolorosas que sean, a fin de poder ejercitar su real grandeza.


El consejero estadounidense, Dr. Robert Gerard, Ph.D, nos da una pequeña lista para el ejercicio de la disciplina amorosa:
- Mantenga al niño informado e involucrado en los asuntos.
- Dele explicaciones para prevenir malos entendidos.
- No reaccione nunca delante de su hijo.
- Evite dar órdenes.
- Mantenga siempre su palabra.
- Enfrente cada situación, al momento que acontece.
- No le pegue o le dirija palabras ofensivas e irrespetuosas.
- Permita que sus emociones demuestren amor.
- Si hubiera necesidad de reprensión, hágalo con sabiduría, dé un tiempo, hablando sobre la
situación antes y después de la reprimenda.
- Aproxímese siempre después de una reprimenda, no permita que aflore ningún sentimiento de rabia o resentimiento.

Actuando así, su hijo lo respetará, por su sabiduría y prudencia, permitiendo que la energía Índigo fluya, amorosamente, entre ustedes. Un Índigo siempre agradece cuando ha pasado el momento de la reprimenda si hubiera un justo contacto amoroso disciplinario. O su sentido de responsabilidad y su inherente sabiduría reconocen el acierto de la situación.
Una observación muy importante: los padres descuidados pretenden que sus hijos Índigo asuman ese papel. No permitan esa situación. El hijo es hijo y el padre deberá ser padre, siempre. En caso de que ésto ocurra, el niño será sensiblemente perjudicado, en su relación, dejando de vivir su propia experiencia, o sea, la misión para la que está destinado, en este plano de vida.
Una sabia consejera espiritual sensible, dio el siguiente recado al Dr. Robert Gerard: “Robert, su hija no necesita de padres. Lo que ella necesita es de un guía, de amor y disciplina. Ella conoce su propósito y su misión. Sea su guía”. El aconsejado asegura que esta amorosa advertencia le ha ayudado mucho en su condición de padre de una hija Índigo.

Zeno Manickan

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