jueves, 16 de enero de 2020

PREGUNTAS FRECUENTES: ¿POR QUÉ SE ESCRIBIÓ EL LIBRO DE URANTIA?


El libro de Urantia se escribió "para aumentar la conciencia cósmica y elevar la percepción espiritual"  de los pueblos de Urantia, nuestro planeta. Proporciona una vista panorámica del tamaño sin límites del espacio y el tiempo, demuestra el orden del cosmos e ilustra las dimensiones inimaginables del universo de universos.


De principio a fin, El libro de Urantia proporciona también la comprensión de cómo cada ser humano puede ampliar su propia experiencia de Dios, de la verdad, la belleza y la bondad y de todo el amor incondicional de Dios hacia cada uno de nosotros. El libro describe  "todo el proyecto de las existencias vivientes en los mundos del espacio centrado en el propósito divino de elevar a todas las criaturas divinas hasta el añto destino de la experiencia de compartir la perfección paradisiaca del Padre".

PREGUNTAS FRECUENTES: EL ORIGEN Y AUTORIA DEL LIBRO DE URANTIA


La palabra Urantia es originaria del Libro de Urantia, y es el nombre que en él se da al planeta Tierra. Urantiano es así sinónimo de Terrícola. Algunas veces se utiliza este término para referirse a un lector del libro o a algún movimiento inspirado en él.
El Libro de Urantia fue publicado sin nombre de autor humano. Según la Fundación Urantia a principios de la década de 1920 el Dr. William Sadler coordinaba un foro que «conforme pasó el tiempo se convirtió en una reunión cosmopolita que consistía de hombres y mujeres profesionales doctores, abogados, dentistas, ministros, maestros junto con individuos de todo tipo granjeros, amas de casa, secretarias, oficinistas y trabajadores comunes», este foro generó la comisión de contacto que recibió los documentos de Urantia.
La Fundación Urantia, formada a partir de ese foro, publicó El Libro de Urantia por primera vez en 1955 en Estados Unidos y en inglés; desde entonces el libro se ha traducido al alemán, coreano, español, estonio, finés, francés, holandés, húngaro, italiano, lituano, polaco, portugués, rumano, ruso y sueco​ y están en marcha las traducciones al chino, checo, persa, hebreo, hindi, indonesio, japonés y urdu.​ En una resolución judicial de 2001, confirmada por apelación en 2003, la Fundación perdió los derechos de autor de la edición en inglés​ por lo que el texto de la edición original es, desde entonces, de dominio público. Copias completas del libro se encuentran disponibles sin costo en Internet en formato digital, en todos los idiomas cuyas traducciones ya se han completado.​ La publicación, traducción y defensa del copyright de las traducciones corresponde aún a la Fundación Urantia con sede en Chicago (Illinois, Estados Unidos).

EL LIBRO DE URANTIA: LOS PADRES TERRENALES DE JESUS


José era hombre de temperamento dulce, extremadamente escrupuloso, y en todos los aspectos fiel a las convenciones y prácticas religiosas de su pueblo. Hablaba poco pero pensaba mucho. La dura condición del pueblo judío apenaba a José. En su juventud, conviviendo con sus ocho hermanos y hermanas, había sido de carácter más alegre, pero durante los primeros años de su vida matrimonial (durante la niñez de Jesús) sufrió períodos de leve desaliento espiritual. Estas manifestaciones temperamentales se habían mejorado considerablemente poco antes de su muerte prematura; y después de que la situación económica de su familia había mejorado por su progreso de carpintero a próspero contratista.

EL LIBRO DE URANTIA: EL SUEÑO DE JOSÉ


José no llegaba a aceptar la idea de que María daría a luz un hijo extraordinario, hasta él cierta noche experimentó un sueño muy impresionante. En el sueño se le apareció un resplandeciente mensajero celestial que le dijo entre otras cosas:

«José, por mandato de Aquel que reina en las alturas, aparezco ante ti para hablarte del hijo que aguarda María, y quien llegará a ser una gran luz en el mundo. En él habrá vida y su vida será la luz de la humanidad. Primero vendrá a tu pueblo, pero ellos casi no lo recibirán; pero a todos cuantos sepan recibirlo, a todos ellos revelará que son hijos de Dios».

Después de esta experiencia José no volvió a dudar jamás del relato de María sobre la visitación de Gabriel ni de que su futuro hijo estaba destinado a ser un mensajero de Dios para el mundo.
En todas estas visitaciones no hubo mención alguna de la casa de David. Nada se dijo que indicara que Jesús estaba destinado a ser el «liberador de los judíos», ni tampoco que sería el ansiado Mesías. Jesús no era el Mesías como lo habían anticipado los judíos, sino el libertador del mundo. Su misión era para con todas las razas y los pueblos, no para un solo grupo.

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