domingo, 14 de mayo de 2017

FRANCISCO DE ASÍS.- CAP. 18: LAS MISIONES EXTRANJERAS


Mientras Francisco y Hugolino entendían en la organización interna de la Orden, proseguían su obra los misioneros enviados a las diversas regiones por el capítulo de 1217, aunque, a decir verdad, con poco halagüeños resultados. A los misioneros enviados a Francia les preguntaron si eran albigenses, y como los frailes, sin acabar de entender la pregunta, dieron una respuesta que parecía más bien afirmativa, los trataron como herejes. No les fue mejor a los de la misión alemana, compuesta de sesenta hermanos bajo la dirección de Fray Juan de Penna. Ignoraban por completo la lengua del país y no llegaron a aprender más palabras que Ja, «sí», que les fue fatal, porque habiendo notado que, cuando al ser interpelados, la decían, obtenían pan y alojamiento, dieron en repetirla a todo propósito; pero no tardaron en ser interrogados sobre si eran herejes, y respondiendo ellos con su aprendido Ja, fueron al punto reducidos a prisión, puestos en picota y maltratados bárbaramente. La misma suerte corrieron los enviados a Hungría.

FRANCISCO DE ASÍS.- CAP. 17: EL CARDENAL HUGOLINO


Hugo o Hugolino, conde de Anagni, nacido hacia 1170, era, cuando Francisco trabó con él relaciones, un hombre maduro, de figura por extremo simpática y venerable. Educado en Bolonia y en París, atesoraba la más alta ilustración que era posible adquirir en su tiempo; sin embargo, aún más que sabio, era piadoso con piedad sincera y profunda. Dos cosas eran objeto constante de sus preocupaciones: la libertad de la Iglesia y el desarrollo de la vida monacal. En 1199 había puesto en peligro su vida al defender los derechos de la Iglesia contra el usurpador Markwald. Cultivaba profundas y constantes relaciones con los camaldulense, los monjes de Cluny y la congregación de Santa Flora (para la que había hecho edificar dos nuevos conventos), así como las tuvo después con franciscanos y dominicos. En Anagni, su patria, acababa de fundar un hospital con iglesia anexa, que confió en octubre de 1216 a los hermanos hospitalarios de Altopascio, en Toscana. En 1198 fue nombrado capellán pontificio y creado Cardenal del título de San Eustaquio. Finalmente, en mayo de 1206 fue nombrado obispo de Ostia y Velletri, que era entonces el más alto puesto eclesiástico después del papado.

FRANCISCO DE ASÍS.- CAP. 16: LOS CAPÍTULOS DE PENTECOSTÉS


La fraternidad fundada por Francisco fue desde sus comienzos una orden de penitentes, a la vez que de apóstoles; cuando las gentes les preguntaban quiénes eran, los primeros hermanos respondían que eran «varones penitentes oriundos de la ciudad de Asís». Y Francisco en persona había sido siempre el jefe de esta orden. Él fue quien escribió la Regla, quien juró obediencia al Papa, quien obtuvo el derecho de predicar juntamente con la facultad de comunicarla a los demás. Es verdad que los seis primeros hermanos participaban con Francisco el privilegio de admitir en la Orden a los nuevos candidatos; pero éstos eran siempre llevados a la Porciúncula a recibir el hábito de penitencia de manos de Francisco. Esta admisión entre los frailes equivalía a la conversión de los antiguos monjes, e implicaba la renuncia del mundo y todas sus obras, en prueba de lo cual el nuevo hermano distribuía todos sus bienes a los pobres.

FRANCISCO DE ASÍS,. CAP. 15: LA INDULGENCIA DE LA PORCIÚNCULA


Empezaremos por advertir que, antes de la institución de la Indulgencia de la Porciúncula, no se reconocía en la Iglesia otra indulgencia plenaria que la otorgada a los que tomaban la cruz e iban a combatir por la Tierra Santa. Todo cruzado, con sólo confesarse, obtenía remisión completa, no sólo de todas las penas eclesiásticas, sino también de todas las del purgatorio, de modo que su alma podía pasar inmediatamente de su envoltura corporal a la gloria del paraíso.
Esta indulgencia de la cruzada, que se llamaba indulgencia de Tierra Santa, fue después extendida a los que, impedidos por alguna causa grave, no podían ir a la guerra santa, pero contribuían a ella con dinero o con tropas armadas; y es digno de notarse que los encargados de dispensar esta indulgencia así ampliada, fueron precisamente los frailes franciscanos.
En todos los demás casos en que la Iglesia concedía una indulgencia, por ejemplo, con motivo de la consagración de una iglesia, la cosa se hacía de forma mucho más restringida. El Concilio de Letrán de 1215 acababa de hacer aún más excepcional esta práctica.

VIVIR DESDE EL CORAZÓN.- OTRA MANERA DE PERCIBIR EL MUNDO


LA FLEXIBILIDAD DE LA PERSPECTIVA
A pesar de la tendencia habitual de mirar el mundo desde la cabeza, en realidad es bastante sencillo modificar el lugar en el cual origina su perspectiva. Según algunos, los disléxicos tienen una perspectiva inusualmente flexible y libre, que en cierto sentido, pueden ver las palabras plasmadas en una página al revés y al derecho. Como resultado, pueden ver las letras en su orden usual y también desde
atrás, lo cual las hace aparentar al revés. Para un disléxico, es provechoso aprender a estabilizar o normalizar su perspectiva, o sea desde donde ven las cosas.
Sin embargo, para los demás, al cambiar nuestra perspectiva podríamos liberarla. Muchas de las intervenciones terapéuticas de modificación neurolingüística, invitan a las personas a mirarse a sí mismos desde afuera. Esto ofrece una única, muchas veces útil, perspectiva sobre lo que nos sucede.

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