miércoles, 27 de febrero de 2019

Meditación 4 ( (Anthony De Mello de su Libro Una llamada al Amor).

 
…Y el joven se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes (Mt. 10.22)
¿Has pensado alguna vez que has sido “programado” para ser infeliz y que, por lo tanto, hagas lo que hagas para obtener la felicidad, estás abocado al fracaso?
Es como si introdujeras una serie de ecuaciones matemáticas en un ordenador, y éste fallara cada vez que pulsas el teclado para obtener un pasaje de Shakespeare. Si quieres ser feliz, no necesitas hacer ningún tipo de esfuerzo; ni siquiera necesitas buena voluntad o buenos deseos, sino comprender con claridad de qué manera has sido “programado” exactamente. Lo que ha ocurrido es lo siguiente: primero, tu sociedad y tu cultura te han enseñado a creer que no puedes ser feliz sin determinadas personas y determinadas cosas.
Echa un vistazo a tu alrededor. y por todas partes verás a personas que en realidad han construido sus vidas sobre la creencia de que sin determinadas cosas -dinero, poder, éxito, aceptación, fama, amor, amistad, espiritualidad, Dios…- no pueden ser felices.

Meditación 3 ( (Anthony De Mello de su Libro Una llamada al Amor).


“Al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica,
déjale también el manto: y a quien te fuerce
a caminar una milla, acompáñalo dos”
(Mt 5.40-41)

Si observas de qué modo estás hecho y cómo funcionas, descubrirás que hay en tu mente todo un “programa”, toda una serie de presupuestos acerca de cómo debe ser el mundo, cómo debes ser tú mismo y qué es lo debes desear.
¿Quién es el responsable de ese “programa” Tú no, desde luego. No eres realmente tú quien ha decidido cosas tan fundamentales como son tus deseos y exigencias, tus necesidades, tus valores, tus gustos, tus actitudes… Han sido tus padres, tu sociedad, tu cultura, tu religión y tus experiencias pasadas las que han introducido en tu “ordenador” las normas de funcionamiento. Ahora bien, sea cual sea tu edad y vayas adonde vayas, tu “ordenador” va contigo y actúa y funciona en cada momento consciente del día, insistiendo imperiosamente en que sus exigencias deben ser satisfechas por la vida, por la gente y por ti mismo. De hacerlo así, el “ordenador” te permitirá vivir pacífica y felizmente: de lo contrario, y aunque tú no tengas la culpa, generará unas emociones negativas que te harán sufrir.
Cuando, por ejemplo, otras personas no viven con arreglo a las expectativas de tu “ordenador”, éste te atormenta a base de frustración, de ira, de amargura… O cuando, por ejemplo, las cosas escapan a tu control, o el futuro es incierto, tu “ordenador” insiste en que experimentes ansiedad, tensión, preocupación… Entonces empleas un montón de energías en hacer frente a esas emociones negativas. Y generalmente te las apañas para gastar aún más energías en intentar cambiar el mundo que te rodea, al objeto de satisfacer las exigencias
de tu “ordenador”. Con lo cual obtienes una cierta dosis de una paz bastante precaria, porque en cualquier momento la menor nimiedad (un tren que se retrasa, una grabadora que no funciona, una carta que no llega…) no es conforme con el programa de tu “ordenador”, y éste se empeñará en que vuelvas a preocuparte de nuevo.

RESPUESTAS AL CORAZÓN: EL BUSCADOR Y EL CAMINO

 
El hombre siempre quiere saber. Incluso si la mente no lo pregunta, hay un impulso interno que grita todo el tiempo haciendo sólo una pregunta: ¿Quién soy yo?
La Divinidad está ahí. La única cualificación que necesita una persona para encontrar su yo interno es la búsqueda sincera.
Volver a nuestra inocencia primordial es el deber y el propósito de la vida.
Siendo de naturaleza inquisitiva, una persona tiene que investigar, investigar e investigar. Quiere saber la causa de todas las cosas. Quiere saber por qué crece esa flor, por qué esa pared permanece derecha y un millón de cosas de esta naturaleza. Piensa que, conociendo las causas de las cosas
externas, de alguna manera llegará a encontrar la causa de su existencia. De nuevo su pregunta es sólo una pregunta: ¿Quién soy yo?

Entendemos por conocimiento un cúmulo de datos con los que cargamos nuestro pequeño cerebro.

RESPUESTAS AL CORAZÓN: AQUÍ Y AHORA


 

Si se vive bien cada momento, entonces el momento siguiente se cuidará a sí mismo.
Ser capaz de disfrutar el momento en su totalidad, es disfrutar de la totalidad de la creación.
No hay pasado, no hay futuro, sólo hay un AHORA.

La eternidad sólo puede ser expresada o experimentada en el Ahora de la vida.
Cuando vives en el momento y no en el pasado o en el futuro, vives en ese momento toda la eternidad.
Cuando vives en toda la eternidad, la totalidad de la eternidad es el momento.
Cada momento es bello en sí mismo. Un momento se vuelve feo sólo por asociación. O lo asocias con el pasado o te proyectas en el futuro y sacas el momento de su contexto.

O lo engrandeces o lo haces más pequeño. Así el momento se pierde y comienza el siguiente; y lo mismo ocurre una
y otra vez, siempre.


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