lunes, 3 de abril de 2017

PSICOLOGÍA REVOLUCIONARIA: CAP-14 LA INDIVIDUALIDAD


Creerse "Uno", ciertamente es una broma de muy mal gusto; desafortunadamente esta vana ilusión existe dentro de cada uno de nosotros. Lamentablemente siempre pensamos de nosotros mismos lo mejor, jamás se nos ocurre comprender que ni siquiera poseemos Individualidad verdadera. Lo peor del caso es que hasta nos damos el lujo falso de suponer que cada uno de nosotros goza de plena conciencia y voluntad propia. ¡Pobres de nosotros!, ¡Cuán necios somos! No hay duda de que la ignorancia es la peor de las desgracias. 
 
Dentro de cada uno de nos existen muchos miles de individuos diferentes, sujetos distintos, Yoes o gentes que riñen entre sí, que se pelean por la supremacía y que no tienen orden o concordancia alguna. Si fuéramos conscientes, si despertáramos de tantos sueños y fantasías, cuan distinta sería la vida... Más para colmo de nuestro infortunio, las emociones negativas y las auto-consideraciones y amor propio, nos fascinan, nos hipnotizan, jamás nos permiten acordarnos de sí mismos, vernos tal cual somos.. Creemos tener una sola voluntad cuando en realidad poseemos muchas voluntades diferentes. (Cada Yo tiene la suya). 

FRANCISCO DE ASÍS.- CAP. 7: FRANCISCO RENUNCIA A SU PADRE


 
Un día de abril de 1207, Pedro Bernardone estaba en su tienda detrás del mostrador. De repente llega a sus oídos una extraña algazara, voces de auxilio, gritos y carcajadas ruidosas; el estrépito crece y se acerca por instantes, hasta repercutir en la tienda; el mercader ordena a uno de sus dependientes que se asome para ver qué pasa; vuelve éste diciendo: «Es un loco, señor don Pedro; un loco perseguido por pilluelos y rapaces»; pero se detiene el empleado un poco a la puerta y, mejor informado, palidece: ¡acaba de reconocer al loco! Sale don Pedro de inmediato; se para en el umbral, mira hacia la turba azorado y ansioso y descubre entre la multitud alborotada a su propio hijo, a su caro Francisco, a su gentil primogénito, al objeto de sus más halagadores ensueños, de sus más hermosas y magníficas esperanzas. ¡Ahí viene Francisco vestido de andrajos, lívido, demacrado, desgreñado el cabello, marchitos los ojos, todo ensangrentado y sucio por las pedradas e inmundicias que le han arrojado en el camino los implacables pilletes que le acompañan! 
¡Pobre Pedro, ahí viene tu Francisco, tu tesoro y orgullo, el báculo de tu vejez, el gozo y consuelo de tu vida! ¡Hele ahí, adonde le han traído esas malditas ideas que se le han metido en el cerebro!
Pedro Bernardone se siente desfallecer bajo el peso del dolor, de la vergüenza y de la cólera; porque los gritos y burlas, lejos de mermar, ahora se dirigen a él personalmente: «¡Oh Bernardone! ¡Aquí te traemos a tu hijo, tu lindo mozo, tu apuesto y famoso caballero! ¡Mírale como vuelve de la guerra de Apulia cubierto de gloria, desposado con una princesa y señor de la mitad de un reino!»
 

 
Don Pedro no puede más; entre la rabia y el dolor, que riñen tremenda batalla en el fondo de su pecho, opta por la primera y se lanza a la calle hecho un tigre de la selva, y para abrirse camino reparte a diestro y siniestro mojicones y puntapiés con tan desatada y poderosa furia, que el corro de maleantes que rodea a Francisco no tiene más remedio que retroceder, romperse y darle paso; él, sin proferir palabra, se apodera de su hijo, le levanta en sus robustos brazos y, jadeante y rabioso, vuela con él para adentro, le arroja en lóbrego aposento, cierra con llave la puerta y se vuelve a la tienda a reanudar la tarea. (Aquí, como en los capítulos I y V, he procurado desarrollar y completar escenas que los biógrafos narran con extremado laconismo. En general, hay que guardarse de tomar muy a la letra el retrato que ellos nos han legado del carácter de Pedro Bernardone, en que han andado severos en demasía: es lo que pasa siempre que se colocan enfrente dos tipos opuestos, de los cuales el uno encarna la perfección del idealismo, y el otro la vida común y prosaica, aunque legítima, de este bajo mundo).

MISIÓN DE JESÚS EN LA TIERRA.- CAP. 1


El contenido de este libro es un mensaje de amor para toda la humanidad.
No importa cómo ha sido recibido ni de quién viene. Lo que importa es el contenido del mensaje. Eres libre de hacer lo que quieras con él, desde ignorarlo, criticarlo, censurarlo, hasta aplicártelo a tu propia vida. Esto último es lo que yo he hecho, aunque antes de ello haya podido pasar por alguna de las etapas anteriores.
Por tanto, dejo a tu criterio el decidir si el personaje de Isaías, mi interlocutor y protagonista de este libro, es un recurso literario o existe de verdad, si el diálogo entre él y yo que encontrarás expuesto en las siguientes páginas ha existido o no en realidad y en qué condiciones se ha producido. En cualquier caso, lo que sí es cierto es que es un mensaje escrito con el corazón para el corazón, tu corazón.

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