jueves, 27 de abril de 2017

LAS LEYES ESPIREITUALES, DE VICENT GUILLEM.- PRIMER CONTACTO


Fue él el que se dirigió a mí primero. Me tomó las manos y me invitó a sentarme con él, frente a frente:
Bienvenido. Te estaba esperando.
¿A mí? ¡Si no te conozco!
Yo a ti sí. Pero eso no importa ahora.
Eh, estoy... ¿Dónde estoy? ¿Cómo he llegado hasta aquí?
Eso tampoco importa ahora. Lo sabrás más adelante.
¿Y tú quién eres?
Llámame Isaías. Y aunque tú no me recuerdes ahora, nos conocemos, desde hace mucho, mucho tiempo.
¿Y qué relación hemos tenido tú y yo?
Considérame tu hermano mayor.
No recuerdo haberte conocido nunca.
Eso no importa ahora. Aprovecha el tiempo para preguntar cosas importantes. ¿No tenías preguntas?
¿Preguntas? ¿Qué preguntas?
¿Ahora no te acuerdas? Esas preguntas profundas que tienes desde hace mucho tiempo y para las cuales no has encontrado respuesta.
¿Y tú cómo sabes eso?
Ya he dicho que te conozco. Conozco muy bien tu interior, así que pregunta sin temor, aquí eres totalmente libre.

LAS LEYES ESPIRITUALES, DE VICENT GUILLEM


PREFACIO
El contenido de este libro es un mensaje de amor para toda la humanidad.
No importa cómo ha sido recibido ni de quién viene. Lo que importa es el contenido del mensaje. Eres libre de hacer lo que quieras con él, desde ignorarlo, criticarlo, censurarlo, hasta aplicártelo a tu propia vida. Esto último es lo que yo he hecho, aunque antes de ello haya podido pasar por alguna de las etapas anteriores.
Por tanto, dejo a tu criterio el decidir si el personaje de Isaías, mi interlocutor y protagonista de este libro, es un recurso literario o existe de verdad, si el diálogo entre él y yo que encontrarás expuesto en las siguientes páginas ha existido o no en realidad y en qué condiciones se ha producido. En cualquier caso, lo que sí es cierto es que es un mensaje escrito con el corazón para el corazón, tu corazón.

Mi esperanza es que te sirva a ti tanto como a mí me ha servido. Te sirva para conocerte a ti mismo, para despertar tus sentimientos, para liberarte de tu parte egoísta, para comprender el motivo de tu vida, de las cosas que te han ocurrido y te ocurren. Para que tengas esperanza, para que comprendas mejor a los demás y llegues algún día a quererlos, para que entiendas el mundo en el que vives, para que puedas sacar hasta de la mayor desgracia el mayor provecho para tu evolución en el amor. En definitiva, para que seas tú mismo, libre, consciente para experimentar el amor auténtico, el amor incondicional y que seas, por tanto, más feliz.
Con todo mi amor, para ti.

DOCTRINA DEL CORAZÓN-2ª CARTA


Me parece que hay una dulzura característica en ser resignadamente paciente, en someter alegremente nuestra propia voluntad a Aquellos que saben lo mejor y que siempre guían directamente. No existe tal cosa como la voluntad personal, mientras Ellos hallan ocasión para trabajar por medio de él en bien de otros. El puede sentirse a veces como abandonado mientras esta solo, pero siempre los hallara a su lado cuando hay trabajo que hacer. Periodos de noches pueden alternarse con periodos de días; y ciertamente ha de estar bien que la obscuridad venga cuando ha de afectarnos a nosotros solamente, aun cuando nuestro dolor personal deba intensificarse por ello.
Sentir Su presencia e influencia es en verdad la mas divina de las dadivas imaginables, pero aun eso debemos estar prontos a sacrificar, si renunciando a lo que con-sideramos es lo mejor y lo mas elevado, el beneficio final del mundo se vuelve mas fácil de alcanzar. Tratad de daros cuenta de la belleza del sufrimiento, cuando este solamente os haga mas aptos para el trabajo.

DOCTRINA DEL CORAZÓN.- 1ª CARTA


EL DESASTRE pende sobre la cabeza del hombre que pone la fe en los atavíos antes que en la paz de la vida interna, la cual no depende de los estados mentales o emocionales de la vida exterior. En efecto, cuanto mas embarazosas las circunstancias y mayor el sacrificio respectivo de vivir entre ellas, tanto mas cerca se halla uno de la meta final y lejos de la mismísima naturaleza de las pruebas a ser subyugadas. No es cuerdo, por lo tanto, dejarse atraer demasiado por ninguna manifestación exterior de la vida religiosa, pues todo cuanto se halla en el plano de la materia es efímero y fugaz, y ha de llevar al desengaño. Quienquiera que sea atraído fuertemente hacia cualesquiera de las modalidades externas del vivir, tarde o temprano ha de aprender la comparativa significación de todas las cosas externas.
Y cuanto mas pronto se pase por las experiencias requeridas por el Karma del pasado, tanto mejor para el individuo.

ANNIE BESANT.- LA DOCTRINA DEL CORAZÓN (PREFACIO)


Aprended a discernir lo real de lo irreal, lo efímero de lo eterno.
Aprended, sobre todo a separar el saber de la cabeza, de la sabiduría del alma; los “ojos”, del “corazón”.
LA VOZ DEL SILENCIO

Bajo el titulo de LA DOCTRINA DEL CORAZON se ha impreso aquí una serie de documentos que consisten principalmente en extractos de cartas de amigos de la India. No se los da considerándolos como "autoridad", sino meramente contenedores de pensamientos que algunos de nosotros hemos hallado provechosos y que deseamos compartir con otros. Ellos son para aquellos que resueltamente se esfuerzan en vivir la VIDA PURA, y van dirigidos especialmente a aquellos que saben que esa vida lleva a la entrada definitiva en el Sendero del Discipulado, bajo los Grandes Seres que por el anduvieron en el pasado, y Quienes permanecen en la tierra para ayudar a caminar por el a su turno.

PSICOLOGÍA REVOLUCIONARIA.- EL PAN SUPERSUBSTANCIAL CAP. 16


Si observamos cuidadosamente cualquier día de nuestra vida, veremos que ciertamente no sabemos vivir conscientemente. Nuestra vida parece un tren en marcha, moviéndose en los carriles fijos de los hábitos mecánicos, rígidos, de una existencia vana y superficial. Lo curioso del caso es que jamás se nos ocurre modificar los hábitos, parece que no nos cansamos de estar remitiendo siempre lo mismo. Los hábitos nos tienen petrificados, más pensamos que somos libres; somos espantosamente feos pero nos creemos Apolos... Somos gente mecánica, motivo más que suficiente como para carecer de todo sentimiento verdadero de lo que se está haciendo en la vida. Nos movemos diariamente dentro del viejo carril de nuestros hábitos anticuados y absurdos y así es claro que no tenemos una verdadera vida; en vez de vivir, vegetamos miserablemente, y no recibimos nuevas impresiones.
Si una persona iniciara su día conscientemente, es ostensible que tal día sería muy distinto a los otros días.

FRANCISCO DE ASÍS.- CAP. 11 : LA PORCIÚNCULA Y LOS NUEVOS DISCÍPULOS


La antiquísima capilla de la Porciúncula, tal cual se conserva hasta hoy día, es un edificio de forma alongada, con bóveda gótica, ábside semicircular y dos puertas, la una al frente y la otra en uno de los costados. Según una tradición, mencionada por primera vez en el Paradisus Seraphicus de Salvador Vitali (Milán, 1645), esta capilla fue edificada en el siglo IV, bajo el pontificado del Papa Liberio (352-366), por cuatro ermitaños que venían de Tierra Santa trayendo una reliquia del sepulcro de la Santísima Virgen, que les había regalado San Cirilo. Sea de esto lo que fuere, el nombre de la capilla, Santa María de los Angeles, antiquísimo también, viene de un cuadro que había en el altar y que representaba la Asunción de María en medio de multitud innumerable de ángeles. Por lo que respecta al nombre de Porciúncula, «pequeña porción» o «porcioncilla», lo emplearon primero los benedictinos del monte Subasio, a quienes perteneció siempre la capilla a contar del año 576.
El edificio vino arruinándose con los años, hasta que, en el de 1075, los monjes que la habitaban se vieron forzados a abandonarla y se refugiaron en su abadía de la cima de la montaña. Cuenta la leyenda que Pica solía acudir a orar en esta capilla abandonada y que en ella obtuvo la seguridad de que daría a luz un hijo que restauraría el derruido santuario. Después de la reconstrucción, Francisco y sus hermanos frecuentaron mucho el bosque que rodeaba la iglesia, por donde puede conjeturarse el gozo que experimentaron cuando en 1211 la abadía del Subasio, propiedad entonces de los Camaldulenses, les otorgó a perpetuidad el permiso de disponer del venerado santuario. De buen grado les hubieran cedido también la propiedad a no haberse Francisco negado tenazmente a recibirla, exigiendo rigurosamente que se estipulase que sus frailes darían cada año a los monjes propietarios un canastillo de peces a guisa de canon de arrendamiento.
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