viernes, 29 de septiembre de 2017

"SON HIJO.-TERCERA PARTE


Y ahora llegamos a otro punto de controversia en mi vida. En este momento en el Nuevo Testamento yo simplemente...desaparezco! Por un momento soy un chico de trece años, el próximo – un hombre de treinta! Qué sucedió con aquellos diecisiete años entre medio? Yo supongo, como Rip Van Winkle, me fui a dormir, y después me desperté.
¿Por qué es, pensarán ustedes, que los autores de la Biblia dejaron afuera una parte tan grande de mi vida y del hecho de que tuve hermanos y hermanas?. Tal vez, luego del evento de mi cumpleaños de trece y llegando a ser “hombre”, en la tradición judía, ¿ellos sintieron que no sucedió nada de mucha importancia? Tal vez, ¿ellos sintieron que el “Hijo de Dios” parecería decididamente menos así siendo rodeado por los hermanos y viviendo una vida promedio? Tal vez, ellos no pensaron que algunas de mis actividades durante aquellos años se reflejaron bien sobre su idea de un Mesías. ¿Tal vez ellos simplemente se olvidaron? Recuerden, los libros de la Biblia no fueron ni siquiera escritos hasta algunos sesenta años luego de mi muerte. Aún hasta los apóstoles pueden tener recuerdos imperfectos.

"SON" HIJO .- 2ª PARTE


Déjenme ahora presentarles a mis maravillosos y terrestres padre y madre, José y María. José no era un descendiente directo de la Casa de David como ha sido sugerido. Uno de sus ancestros fue un huérfano adoptado por otro ancestro, quien era descendiente en línea directa del Rey David. María venía de una impresionante línea de mujeres fuertes. Tanto José como María estaban bien educados para su época. María era también una tejedora experimentada y José, por supuesto, un carpintero maravilloso. Y una cosa más, tanto María como José fueron educados también en temas espirituales por los Esenios, una sociedad estoica que vivía no muy lejos de mi hogar, y que entendía, practicaba y enseñaba las Grandes Verdades.

"SON" HIJO .- PRIMERA PARTE


Hola a Todos
Como lo había prometido, la siguiente es la primera de siete partes canalizadas de la historia de la vida de Yeshua Ben Joseph que encontré en el sitio Crimson Circle (Círculo Carmesí) el 24 de Agosto, bajo el simple título de "Parte Dos", e inmediatamente reconocí que había sido canalizado por Yeshua, así que luego de un poco de investigación me las arreglé para encontrar a la persona que lo había puesto allí, hasta ese momento sólo dado a conocer como "enlakeach". En otro de sus
mensajes él firmó como Bradley, así que le envié un email pidiéndole el permiso para distribuir este material para ustedes.
Esta fue su respuesta; "Querido Brian,
Nuevamente, gracias por tu generosa retribución al material y a mi participación en él. Por favor siéntete libre de pasarlo a quien quieras. Lo he estado llamando "Son" (Hijo). Simplemente puedes agregar mi primer nombre, Bradley. Y si alguien lo quisiera, que se sienta libre de contactarme también en enlakeach@yahoo.com
Bendiciones! Namaste, Bradley"

EL SILENCIO HABLA.- CAPÍTULO 10 y ÚLTIMO: SUFRIMIENTO Y EL FINAL DEL SUFRIMIENTO


Los budistas han conocido desde siempre la interconexión de todas las cosas, y ahora los físicos la confirman. Nada de lo que ocurre es un suceso aislado; sólo aparenta serlo. Cuanto más lo juzgamos y lo etiquetamos, más lo aislamos. Nuestro pensamiento fragmenta la totalidad de la vida. Sin embargo, es la totalidad de la vida la que ha producido ese suceso, que es una parte de la red de interconexiones que constituyen el cosmos.
Esto significa que cualquier cosa que es, no podría haber sido de otra manera.
En la mayoría de los casos, ni siquiera podemos empezar a comprender la función que un suceso aparentemente sin sentido puede desempeñar en la totalidad del cosmos; pero reconocer su inevitabilidad dentro de la inmensidad de la totalidad puede ser el principio de una aceptación interna de lo que es y nos permite realinearnos con la totalidad de la vida.
La verdadera libertad y el final del sufrimiento estriban en vivir como si hubieras elegido deliberadamente cualquier cosa que sientas o experimentes en este momento. Este alineamiento interno con el Ahora es el final del sufrimiento.
¿Es imprescindible sufrir? Sí y no.

EL SILENCIO HABLA.- CAPÍTULO 9: MUERTE Y ETERNIDAD


Cuando caminas por un bosque que no ha sido domesticado por la mano del hombre, no sólo ves abundante vida a tu alrededor; también encuentras a cada paso árboles caídos y troncos desmoronados, hojas podridas y materia en descomposición.
Dondequiera que mires, encontrarás muerte además de vida.
Al escrutarlo más de cerca, descubrirás que el tronco que se está descomponiendo y las hojas podridas no sólo hacen nacer nueva vida, sino que ellos mismos están llenos de vida. Los microorganismos están actuando en ellos. Las moléculas están reordenándose. De modo que no hay muerte por ninguna parte. Sólo existe una metamorfosis de las formas de vida. ¿Qué puedes aprender de esto?
La muerte no es lo contrario de la vida. La vida no tiene opuesto. Lo opuesto de la muerte es el nacimiento. La vida es eterna.
A lo largo de los siglos, los sabios y los poetas han reconocido la cualidad onírica de la existencia humana: aparentemente tan sólida y real, y sin embargo tan efímera, que puede disolverse en cualquier momento.

EL SILENCIO HABLA.- CAPÍTULO 8: RELACIONES


Qué rápidamente nos formamos una opinión de otras personas, qué rápidamente llegamos a una conclusión sobre ellas. A la mente egótica le resulta satisfactorio etiquetar a otro ser humano, darle una identidad conceptual, pronunciar juicios severos.
Cada ser humano ha sido condicionado a pensar y comportarse de cierta manera, condicionado tanto genéticamente como por sus experiencias infantiles y su entorno cultural.
No es que ese ser humano sea así, pero así es como se presenta. Cuando emites un juicio respecto a alguien, confundes los patrones mentales condicionados con lo que esa persona es. Aesa acción, en sí misma, denota un patrón profundamente inconsciente y condicionado. Das a esa persona una identidad conceptual, y esa falsa identidad se convierte en una prisión no sólo para ella, sino también para ti..

sábado, 23 de septiembre de 2017

EL SILENCIO HABLA.- CAPÍTULO 7: NATURALEZA


Dependemos de la naturaleza no sólo para nuestra supervivencia física. También necesitamos a la naturaleza para que nos enseñe el camino a casa, el camino de salida de la prisión de nuestras mentes.
Nos hemos perdido en el hacer, en el pensar, en el recordar, en el anticipar: estamos perdidos en un complejo laberinto, en un mundo de problemas.
Hemos olvidado lo que las rocas, las plantas y los animales todavía saben. Nos hemos olvidado de ser: de ser nosotros mismos, de estar en silencio, de estar donde está la vida: Aquí y Ahora.
Cuando diriges tu atención hacia algo natural, hacia algo que ha venido a la existencia sin la intervención humana, sales de la prisión del pensamiento conceptual y, en cierta medida, participas del estado de conexión con el Ser en el que todavía existe todo lo natural.

viernes, 22 de septiembre de 2017

EL SILENCIO HABLA.- CAPÍTULO 6: ACEPTACIÓN Y RENDICIÓN


Cuando puedas, echa una «mirada» a tu interior para ver si estás creando conflicto inconscientemente entre lo interno y lo externo, entre las circunstancias externas del momento —dónde estás, con quién y lo que estás haciendo— y tus pensamientos y sentimientos. ¿Puedes sentir lo doloroso que es oponerse internamente a lo que es?
Cuando reconoces este hecho, también te das cuenta de que ahora eres libre de renunciar a este conflicto fútil, al estado interno de guerra.
Si verbalizaras tu realidad del momento, ¿cuántas veces al día tendrías que decirte: «No quiero estar donde estoy»? ¿Cómo te sientes cuando no quieres estar donde estás: en el embotellamiento, en tu puesto de trabajo, en la sala de espera del aeropuerto con la gente que te acompaña?

EL SILENCIO HABLA.- CAPÍTULO 5: TU VERDADERO SER


El Ahora es inseparable de quien eres en el nivel más profundo.
Hay muchas cosas importantes en tu vida, pero sólo una importa absolutamente.
Importa que tengas éxito o fracases a los ojos del mundo. Importa si tienes o no tienes salud, si has recibido o no una buena educación. Importa si eres rico o pobre; ciertamente, establece una diferencia en tu vida. Sí, todas estas cosas tienen importancia, una importancia relativa, pero no tienen una importancia absoluta.
Hay algo más importante que cualquiera de estas cosas: encontrar tu ser esencial más allá de esa entidad efímera, del efímero yo personal.
No encontrarás la paz reordenando las circunstancias de tu vida, sino dándote cuenta de quién eres al nivel más profundo.
La reencarnación no te ayudará si en la próxima encarnación sigues sin saber quién eres.

EL SILENCIO HABLA.- CAPÍTULO 4: EL AHORA


Cuando se mira superficialmente, parece que el momento presente es uno entre muchos, muchos momentos. Cada día de tu vida parece estar compuesto por miles de momentos en los que ocurren distintas cosas. Pero, si miras más a fondo, ¿no hay siempre un único momento? ¿No es la vida siempre «este momento»?
Este momento —el Ahora— es la única cosa de la que nunca puedes escapar, el único factor constante en tu vida. Pase lo que pase, por más que cambie tu vida, hay una cosa segura: siempre es Ahora.
Y ya que no es posible escapar del Ahora, ¿por qué no darle la bienvenida y hacerse amigo suyo?
Cuando te haces amigo del momento presente, te sientes como en casa dondequiera que estés. Si no te sientes cómodo en el Ahora, te sentirás incó-modo dondequiera que vayas.

EL SILENCIO HABLA.- CAPÍTULO 3: EL YO SEPARADO


La mente busca alimento incesantemente, y no sólo para el pensamiento; está buscando alimento para su identidad, para su sentido del yo. Así es como el ego (el yo separado) viene a la existencia y se recrea continuamente a sí mismo.
Cuando piensas o hablas sobre ti, cuando dices «yo», sueles referirte a «yo y mi historia». Éste es el «yo» de lo que te gusta y de lo que te disgusta, de tus miedos y deseos, el «yo» que nunca está satisfecho por mucho tiempo. Es un sentido de quien eres creado por la mente, condicionado por el pasado y que trata de encontrar su realización en el futuro.
¿Puedes ver que este «yo» es pasajero, que una formación temporal, como una onda que recorre la superficie del agua?
¿Quién ve que esto es así? ¿Quién es consciente de que tus formas física y psicológica son pasajeras? Yo soy. Este es el «yo» profundo que no tiene nada que ver con el pasado y el futuro.
¿Qué quedará de todos los temores y deseos» asociados con tu problemática situación existencial que consumen cada día la mayor parte de tu atención? Un guión de varios centímetros de largo en la fecha de tu nacimiento y la fecha de tu muerte inscritas en tu lápida.

EL SILENCIO HABLA.- CAPÍTULO 2: MÁS ALLÁ DE LA MENTE PENSANTE


La condición humana: perdidos en el pensamiento.
La mayoría de la gente se pasa la vida aprisionada en los confines de sus propios pensamientos. Nunca van más allá de un sentido de identidad estrecho y personalizado, fabricado por la mente y condicionado por el pasado.
En tí, como en cada ser humano, hay una dimensión de conciencia mucho más profunda que el pensamiento. Es la esencia misma de tu ser. Podemos llamarla presencia, alerta, conciencia incondicionada. En las antiguas enseñanzas, es el Cristo interno, o tu naturaleza de Buda.
Hallar esa dimensión te libera, y libera al mundo del sufrimiento que te causas a tí mismo y a los demás cuando sólo conoces el «pequeño yo» fabricado por la mente, que es quien dirige tu vida. El amor, la alegría, la expansión creativa y una paz interna duradera sólo pueden entrar en tu vida a través de esa dimensión de conciencia incondicionada.

EL SILENCIO HABLA.- CAPÍTULO 1: SILENCIO Y QUIETUD


Cuando pierdes contacto con la quietud interior, pierdes contacto contigo mismo. Cuando pierdes contacto contigo mismo, te pierdes en el mundo.
Tu sentido más interno de tí mismo, tu sentido de quién eres, es inseparable de la quietud. Ese es el Yo Soy que es más profundo que el nombre y la forma.
La quietud es tu naturaleza esencial. ¿Qué es la quietud? El espacio interno o conciencia en el que las palabras de esta página son percibidas y se convierten en pensamientos. Sin esa conciencia, no habría percepción, ni pensamientos, ni mundo.
Tú eres esa conciencia, disfrazada de persona.
El equivalente del ruido externo es el ruido interno. El equivalente del silencio externo es la quietud interna.
Cuando quieras que haya silencio a tu alrededor, escúchalo. Esto significa que, simplemente, has de darte cuenta de él. Préstale atención. Escuchar el silencio despierta la dimensión de quietud dentro de tí, porque sólo la quietud te permite ser consciente del silencio.

miércoles, 20 de septiembre de 2017

AL ENCUENTRO CON EL MAESTRO.- EL ROSTRO DE UN NIÑO


El griterío de los niños me retornó una vez más a la vivienda de José de Arimatea. Esa mañana el tiempo parecía haberse detenido…
Unos niños entraron al patio de la casa corriendo y saltando, María les conminó a estarse quietos, ninguno parecía hacerle caso e incluso comenzaban a gritar.
Se giró el Maestro hacia ella diciendo:

—¡María! ¡Déjalos que jueguen!
Se levantó y se puso a corretear con ellos.
Estábamos varios discípulos observándoles en silencio.
Yo no paraba de pensar en sus últimas palabras: “Muchos rostros has de mostrar…un solo Espíritu les alienta”. ¿Qué querría decir?
El Maestro se volvió hacia mí sin dejar de jugar, pareció leerme
el pensamiento.

AL ENCUENTRO CON EL MAESTRO.- MARÍA DE MAGDALA


El día amaneció caluroso en Jerusalén. En el hotel el aire
acondicionado brillaba por su ausencia, nada parecía funcionar, quizás la metralla de la bomba que un suicida palestino explotó el día anterior afectó la instalación eléctrica. La sangre inocente seguía derramándose a cuentagotas un día sí, otro también.
Me asomé al balcón esperando que alguna ráfaga de viento
desviara su camino y me refrescara. Un rayo de luz me
deslumbró. Mi mente recorrió en un instante los casi dos mil años que me separaban de otro tiempo, otra Jerusalén, otra morada…
Desde la ventana de la estancia donde dormimos vi al Maestro en el patio interior de la vivienda de José de Arimatea. Un viejo olivo en el centro y un pozo era todo lo que había en él. Extraía agua María. El Maestro contemplaba en silencio sentado junto al olivo la escena, ella se le acercó con un cántaro lleno de agua:
—Rabí —le preguntó con su cálida voz—, ¿quieres un poco?
—Sí —le contestó Él—, hoy va a ser un día caluroso. La
primavera está cercana y el Sol nos está bañando con su luz cada vez con más intensidad, nada le detiene en su viaje celestial.
Absorto les observaba. ¡Cuántas palabras se vertían sobre ellos sin conocimiento! Sí, era cierta la pasión que ella profesaba por la figura del Maestro, pero no difería en nada por la que otros también sentíamos por Él. Sólo algunas envidias generaban falsos rumores. Aquellos que no veían con buenos ojos que tratara el Maestro por igual a hombres y mujeres no dejaban pasar ocasión de manifestarlo públicamente. Él nos ama a todos por igual, sin ninguna distinción.
El Maestro nos conocía aún mejor que nuestros padres, sabía de nuestras debilidades y nos trataba con sumo cariño y respeto. Era paciente y no dejaba de decirnos que en cada uno de nosotros estaba en plenitud la grandeza del Universo. Claro que, no todos lo interpretábamos del mismo modo, nuestras personalidades a veces hacían que la humildad que Él nos solicitaba tan encarecidamente, no surgiera.

AL ENCUENTRO CON EL MAESTRO.- EL TEMPLO DE JERUSALÉN



El camino hasta Jerusalén transcurrió con relativa calma, los
controles del ejército israelí hacían que la puntualidad no fuera
más que una bonita palabra en el tablón de horarios de la estación  de autobuses.
Otro ejército aparecía en mi mente, soldados romanos vigilaban
la calzada observando a todos los que nos aproximábamos a
Jerusalén. Aunque esos días éramos tantos los que nos
acercábamos que no podían impedir que los “enemigos” de Roma
entráramos con facilidad.
Hoy, palestinos y judíos, transitan recelosos unos de otros, el
“veneno” del odio está inoculado en cada uno de ellos. Cada gesto, cada movimiento les delata. El miedo parece gobernar la Ciudad Santa. Algunos políticos y dirigentes religiosos han hecho a la perfección su labor en ambos bandos. Se respira un ambiente de calma tensa, frío y desolador.

¡Cuántas palabras pronunciadas en nombre del amor y la verdad
con el único objetivo de tener dominado a un pueblo, adormecido,
sojuzgado!
¡Cuánto disfraz bajo el nombre de la justicia para no querer
reconocer la igualdad de todos los habitantes de esta tierra, donde
nadie es realmente superior ni inferior a nadie!

Transitamos por las calles empedradas, los puestos apostados a
ambos lados ofrecían sus mercancías, el griterío era constante. En  aquella ocasión no estaba solo, varios amigos me acompañaban y  el Maestro nos esperaba. Sabíamos que el Sanedrín se reuniría.
Roma estaba nerviosa pues el imperio en oriente no iba todo lo bien que esperaban, levantamientos contra su opresión ocurrían cada poco tiempo, había que atajar el problema de raíz.
Allí estaba Él, esperándonos junto a la fuente, aún sentado destacaba por su altura y porte. Nos saludamos efusivamente, un
abrazo dado con corazón, el reencuentro de viejos amigos.
―¡Vamos! exclamó Él con voz firme.
Tras recorrer varias callejuelas llegamos a la plaza central frente
al Templo, subimos por la escalinata que nos adentraba en su patio. En él todos podíamos acceder, judíos y gentiles; la vida de éste era agitada en el Sabbat, el espectáculo era a veces deprimente; si fuera había puestos, dentro no cabía una aguja, todo se vendía y todo se compraba.
El Maestro se detuvo mirando con tristeza a su alrededor.
¡Continuemos! Esta vez su voz estaba apagada, su corazón permanecía turbado.
Le pregunté:

—¿Rabí, por qué permiten que esto ocurra en tierra sagrada?
¿No habría que echarlos de aquí como fuera, aunque sea a
empujones y latigazos?
—Dejadles —dijo el Maestro— que ellos se ahoguen en su propia agua.

El Maestro continuó en silencio hasta el edificio del Templo, aquí ningún extranjero podía pisar, se sentó y nosotros a su alrededor. Me miró, sus ojos estaban vidriosos y, tras un silencio en que Él sólo sabe qué ocurre en su interior, comenzó a hablar diciendo:
«Nunca empleéis la violencia ni aún con aquel que te ha arrebatado tu Hogar, ninguna causa es tan importante que justifique su uso. Pues aquel que emplea la espada y lastima a su hermano, no basta con que le pida perdón, si éste no se perdona a si mismo vivirá en un infierno aquí en la Tierra. Si no lo hace así su corazón se convertirá en una dura roca. Entonces atraerá para sí lo que mal llamáis infortunio, desgracias, cuando sólo son el medio que el Espíritu emplea para ablandar y volver a hacer de carne y sangre su corazón, de luz y fuego su alma.

Si permites que tu Templo sea ocupado por la codicia, la avaricia, la soberbia, la mezquindad, el egoísmo. Si dejas que los mercaderes del Templo se adueñen de tu Hogar y te arrojen fuera de él. ¿Qué quedará de ti? ¿A dónde irás?
Tu Hogar, tu Templo, es la Casa de mi Padre, os fue dada para que hicierais de ella el lugar donde se reúnen el Cielo y la Tierra.»
Se levantó y llevándose las manos al corazón, miró al Santuario
del Templo y continuó:
«Sólo el Amor tiene cabida en la Casa de mi Padre. Todo vuestro ser, desde los pies hasta el último cabello tienen la misma
importancia para Él.
En cada uno de sus hijos dejó una semilla que debéis cuidar, dejar crecer y madurar. Su Espíritu espera pacientemente este momento, entonces se cumple su promesa de liberar a su pueblo de la esclavitud y os convertís en su Santuario Vivo, en la Tierra Prometida, la Nueva Jerusalén.»

Nos quedamos sin palabras, nada podía salir de nosotros más que un sentimiento indescriptible. Miré a mi alrededor y un inmenso gentío nos rodeaba en silencio, entonces el Maestro se introdujo en el Santuario para orar al Padre, nos pidió que le acompañáramos y así lo hicimos.
EL ANCIANO JUAN

AL ENCUENTRO CON EL MAESTRO: HOY AQUÍ

 
 
En las playas del Universo,
tras los vientos de la tarde,
en medio de la soledad te encuentro sentado junto a mí.
Me hablas de grandes propósitos,
de esperanzas.
Me dices que cuentas conmigo,
con este pequeño anciano que nada sabe hacer en este mundo,
con todos.
Sólo tengo mi tiempo
que comparto contigo y el destino,
con calma y sosiego,
inquietud y temor.
Nada poseo.
Mis manos vacías están.
No tengo sabiduría.
Sólo sé que nada sé,
mas en tus manos deposito mi pequeño espíritu
para que con él haga nuestro Padre su voluntad.
Hoy aquí, mañana no lo sé.
EL ANCIANO JUAN

AL ENCUENTRO CON EL MAESTRO.- LA VOZ



Acabé cerrando los ojos sentado en un banco. Los minutos pasaban, o eso me parecía a mí.
Una música muy suave, un sonido indescriptible pero hermoso me puso el bello de punta. Me pareció que todo se movía a mi alrededor, al instante me encontré en pie… ¡frente a mi mismo!
No podía creer lo que estaba viendo, ahí estaba yo, sentado con los ojos cerrados y a la vez en pie, creía que me estaba volviendo loco. Y de pronto volví a escuchar la misma melodía, me serené sin saber cómo.
La Voz, que esta vez parecía provenir de todas partes, la volví a escuchar diciendo:
«Ya es hora que veas el ser en que te has convertido, has tardado “unos pocos milenios”, pero ha merecido la pena la espera.
Pasaste penurias, sufrimientos, también momentos alegres e inolvidables, todos ellos te fueron moldeando y han hecho, has hecho de ti quien hoy eres. Lo debes a tu esfuerzo y abnegación, los que te acompañaron y acompañaste, están muy contentos.
Hoy el cielo canta una canción, la tuya, la del ritmo de tu corazón sonando en armonía junto a miles, millones de hijos de Dios.
Hoy ha nacido un hijo del Espíritu.
¡Empieza a caminar!»

EL ANCIANO JUAN

AL ENCUENTRO CON EL MAESTRO.- EL HIJO PRÓDIGO

 
 
¿Cómo expresar con palabras lo inconmensurable,
compartir el gozo, el deleite,
la complacencia,
del encuentro con la divinidad inmanente?
Solo, en el silencio, escucho tu himno de alabanzas:
¡Alabados sois, porque veis el Reino en medio de la iniquidad!
¡Alabados sois, porque aun no siendo del mundo lo dais todo por
él!
¡Alabados sois, porque os creé a todos semejantes a Mí!
¡Alabados sois, hijas e hijos míos, porque allanáis el camino al
Maestro, vuestro hermano!
¡Alabados sois, hijas e hijos del Amor, en Mí vivís por siempre!
Tu fuego purificador ha sanado a la ignorancia
convirtiéndola en luminiscencia.
El rayo de tu luz señala el camino a seguir.
El encuentro celestial ya no es una quimera.
Hoy, aquí y ahora,
vives en cada uno de nosotros.
Hoy, el hijo pródigo vuelve a casa.
EL ANCIANO JUAN


AL ENCUENTRO CON EL MAESTRO.- LA HORA DEL VIENTO



Amanece en el desierto. La oscuridad va dejando paso a la luz del alba.
El frío de la noche se aleja, dejando una estela de rocío sobre las pocas plantas que se atreven a crecer en esta inmensidad encantada.
Un pequeño escarabajo despierta haciendo un surco bajo la arena comenzando su diaria tarea en búsqueda de alimento.
Poso mis manos sobre la fina arenisca, las lleno de ella elevándolas al cielo; abriéndolas y dejando la arena caer cual reloj sin tiempo que marcar, sus diminutas partículas se esparcen llevadas por el viento, lejos, no importa dónde.

Los primeros rayos comienzan a perderse en el horizonte, pronto el rey Sol se dejará ver en todo su esplendor.
Sumido en la contemplación del bello espectáculo de un nuevo día, único, irrepetible, unas palabras resurgen en mi corazón:
«Yo envío delante de mí a mis hermanos, allanad el camino de mi vuelta, os traigo lo que os prometí».
«Ven, conmigo ven, llegó la hora del viento».

EL ANCIANO JUAN
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