La primera tarea que un Índigo activo tendría que emprender es reconectarse con los demás Índigo. En esa conexión reside la posibilidad de saber cómo enfrentar las debilidades
circunstanciales y recuperar su potencial. Saber qué les pasa a otros Índigo y buscar respuestas entre todos facilita la tarea y acelera la sanación. Lo siguiente sería crear lugares físicos de
reunión o convivencia. Cierto es que existen “comunidades virtuales” creadoras de Luz, pero para materializar en la Tierra las cualidades de la abundancia permanente y la creación divina, todavía falta construir las comunidades concretas.
Si esperamos vivir en una Tierra sin polución, aprovechando la energía alternativa, con personas sanas y educadas, capaces de realizar sus talentos en su máxima expresión hay que hacer algo que en la Tierra cuesta: poner el cuerpo. Esto debe sonar bien claro para los Índigo porque, a diferencia de lo que se piensa –que son emocionales – son mentales. En el mundo Índigo se mueve poca energía física y mucha energía mental con el resultado paradójico de que con poca energía mental, se construyen muchas cosas físicas. Poner el cuerpo, arremangarse y trabajar, suele ser un esfuerzo más que considerable. Por consiguiente existe el desafío de vencer la
inercia de la materia y hacer “magia” o ponerse pala en mano a cavar. Ambas son válidas, aunque sea preferible llegar rápido a la “magia”, como para no cansarse. Constituyendo un grupo, la energía se condensa con mayor rapidez y no va a tardar mucho en materializar espacios físicos de aprendizaje, recuperación y esparcimiento, acordes con la mentalidad de los Índigo.
Es importante que los Índigo no se vean sólo como casos de psiquiatría o como los sabios “elegidos” para salvar al planeta porque ninguna de las dos cosas es cierta. Un Índigo tiene
necesidades diferentes porque piensa y siente diferente, pero no es más que el reflejo de lo que la sociedad de la Tierra va a ser en un futuro cercano. Sus expresiones adecuadas pueden
conducir a una vida realizada para todos, pero sus actos de rebelión pueden agregar mucha más leña al fuego de lo que ya existe. Nadie es tan tonto como para no distinguir entre lo bueno y lo malo que el mundo actual ofrece, por lo tanto, más allá del miedo que el cambio produce en las personas, el mundo de los Índigo es un lugar de gracia y equilibrio, si los Índigo están en gracia y equilibrio.
Teresa Sánchez Taborda
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