domingo, 12 de marzo de 2017

INDIGO.- LOS PEQUEÑOS GRANDES MAESTROS DEL AMOR- Capitulo 22

 
 
En los años 60 vivimos una revolución que no sabíamos que nos preparaba para lo que vendría. “Los hippies”, como se nos llamaba entonces a los jóvenes, a través de canciones y de reuniones masivas y pacíficas, clamábamos por un sí al amor, a la paz y a la armonía, y un no a la violencia, a la guerra, al temor. Es como si nuestros sinceros deseos de entonces se hubieran hecho realidad con la llegada de estos nuevos niños. Su esencia es el amor y es lo que esperan encontrar en sus hogares y en su entorno.

Su increíble sensibilidad es una de las características de los niños Índigo, y cuando les hace falta este amor, tratan de encontrarlo llamando la atención de diferentes maneras. Y esto muchas veces nos confunde como adultos, tanto en el hogar como en la escuela. ¿Por qué son hiperactivos? ¿Por qué no son capaces de concentrarse? ¿Por qué a veces se vuelven violentos? ¿Por qué no están dispuestos a obedecer órdenes de sus mayores? Inmediatamente los enviamos al especialista. No pensamos que, la mayoría de ellos, lo que quieren es atención y amor. Y no sólo recibir amor, sino vivirlo a su alrededor. Necesitan vivir en un ambiente armónico, porque muchas veces cuando se vuelven inquietos y agresivos, lo que están tratando de hacer es llamar la atención de los adultos hacia ellos para que dejen de discutir, de pelear, y así hacer que vuelva la paz al mundo donde ellos tienen que convivir.

No pretendamos cambiarlos y hacerlos como hicieron con nosotros los adultos de las generaciones anteriores a su llegada. Estos niños son nuestros maestros, y son ellos los que nos están enseñando a cambiar nuestro estilo de vida para el futuro y los cambios que ya está enfrentando el planeta Tierra. Ya no podemos vivir en la mentira; ellos exigen que se les hable siempre con la verdad, para de esta manera respetarlos y que podamos exigirles respeto. El
significado de autoridad ha cambiado de rumbo con estos niños. Se acabaron los padres y maestros autoritarios con el famoso “es así porque yo lo digo”. Estos niños maravillosos nos están enseñando a que dialoguemos con ellos, que les demos sentido a su vida, que les demos razones, que nos comuniquemos con ellos como los adultos en miniatura que son, que les prestemos nuestra atención.

Esto nos lleva a aprender a escucharlos. En sus palabras hay muchas lecciones a las que debemos poner atención y aprender de ellas. Hemos conocido y tenido contacto con varios niños Índigo, y uno de los que tenemos muy cerca es un niño de tres años y medio, que transmite amor, bondad y alegría por todos lados, en especial a través de sus inmensos ojos. Su nombre es Gianfranco y cuando habla dice muchas cosas que sorprende. Entre ellas, una noche, cuando tenía menos de dos años, su mamá insistía en que fuera a rezar antes de acostarse. Llegó el momento en que le contestó, “mamá, yo no necesito rezar”. ¿Es ésta una respuesta irreverente?
Absolutamente no. El ser interno del niño conoce su origen y sabe perfectamente que está muy cerca de la Fuente y que no necesita rezar de la manera como estamos acostumbrados los adultos. Esto no quiere decir que no los llevemos por un camino de religión si es que la familia pertenece a algún grupo religioso. Lo que tenemos que aprender es a observarlos y respetar sus sentimientos y sus pensamientos y no imponerles un estilo si es que esto no es del agrado de ellos.

Otro ejemplo que podemos compartir es el de Lara, una niña de cuatro años y medio, que vive en Barcelona, España. Ella habla con su mamá, que dejó nuestro mundo hace poco más de un año, mirando al cielo y a las estrellas, pero a su vez es una explosión de alegría y de amor para su padre y sus hermanos. Es decir, que tiene una innata madurez para entender lo que está viviendo y, a través de ella y de su sensibilidad y alegría, les hace llegar paz, armonía y
tranquilidad. Un detalle que también ayuda a entender su sensibilidad es un problema que le ocurre durante su sueño: si algún día su padre se enoja con ella y la castiga por algún motivo con el que ella no está de acuerdo o no entiende, por la noche durante su sueño, llora desconsoladamente, a pesar de estar dormida. Allí no hay palabras habladas que valgan para sacarla de su tremenda tristeza. Lo único que entiende en esos momentos es el lenguaje del amor incondicional que habla de corazón a corazón.
 
 En los momentos de “crisis nocturnas”, cuando se le habla mentalmente y con amor, es cuando logra calmarse y retomar su sueño profundo. Este es un ejemplo de cómo utilizar el tercer lenguaje, del cual nos habla el Maestro Kryon en muchas de sus enseñanzas (Lee Carroll, Passing the Marker, Kryon Book 8).
Y esto nos lleva a la diferencia entre enseñarles disciplina y ser autoritarios con ellos. Para estos niños la disciplina es fundamental en su vida. Aunque parezca lo contrario, ellos disfrutan dentro de un medio de orden, donde saben a qué atenerse, cuál es su espacio, su tiempo. Lo que no soportan es el autoritarismo, ni siquiera si viene de parte de sus padres y maestros. Allí es donde aparece la rebeldía en ellos, y nos van a confrontar de mil maneras, hasta que seamos nosotros los que nos demos cuenta que estamos en el camino equivocado. Además, ellos aprenden por imitación, así que a un padre autoritario no deberá sorprenderle si el niño le responde de la misma manera como él lo trata. Aquí no vale el “yo soy tu padre y tú eres mi hijo y me obedeces”.

En el mes de octubre del 2001 tuvimos la oportunidad de asistir a un taller con Jan Tober y Lee Carroll en la ciudad de San Francisco, California. Encontrarse con Jan Tober, probablemente la mejor conocedora de los niños Índigo, es ya de por sí una experiencia encantadora. Es un ser humano lleno de luz y de alegría de vivir. Y entre las muchas cosas que nos transmitió dijo algo que quizás pueda echar luz en cuanto a entender un poco la conducta de estos niños cuando los estamos tratando de disciplinar. Ellos no conocen el sentimiento de culpa. De allí que repiten y repiten justamente lo que no queremos que hagan, llevándonos a la irritación y el malhumor. Y lo seguirán repitiendo hasta que de alguna forma les hagamos comprender y razonar por qué no lo deben hacer. Un simple no, un grito, un castigo o un golpe no les alcanza porque no se sienten culpables de haberlo hecho. Y aquí entra nuevamente la necesidad imperiosa de hablar y dialogar con ellos. Y vamos a encontrar respuestas maravillosas porque son seres sumamente
dispuestos a ayudar y a colaborar con todos.
La medicina alternativa funciona estupendamente con estos niños. Tienen un ADN (ácido desoxiribonucleico) diferente al nuestro, y por lo tanto son mucho más receptivos (sobre el tema del ADN recomendamos referirse a los libros de Lee Carroll, Letters from Home, Kryon Book 7, y Passing the Marker, Kryon Book 8). El Reiki [una técnica ancestral de sanación, redescubierta y desarrollada como un método en Japón a finales del siglo XIX por el maestro Mikao Usui, que permite canalizar la energía universal de vida, o energía divina] es una de las mejores formas de ayudar a los Índigo que se encuentran en problemas de adaptación en la casa y/o en la escuela.

La energía transmitida por Reiki a través de la imposición de las manos, los ayuda a tranquilizarse y a relajarse de manera extraordinaria. Las Flores de Bach también son herramientas sumamente importantes para ayudarlos en problemas emocionales que puedan tener y que lógicamente después se traducen en problemas físicos. Para los hiperactivos, el deporte y el ejercicio es fundamental. Los ayuda a descargar energías y a aprender una disciplina que luego podrán incorporar a su vida diaria.
No debemos tampoco olvidar de prestar especial atención al tema de la alimentación. Ésta es básica para el bienestar de todo ser viviente, y en especial para controlar el estado anímico de los
Índigo, ya sea porque son hiperactivos, o por el contrario, malhumorados o depresivos. Estos niños necesitan una dieta balanceada que esté basada en legumbres, frutas y verduras frescas
muy bien lavadas y muy bien desinfectadas, en caso de que no provengan de cultivos puramente orgánicos. Los niños Índigo son muy sensibles a los pesticidas y les pueden causar trastornos
digestivos produciendo vómitos y diarreas, así como alergias. Los colorantes, los químicos, los productos enlatados, el exceso de azúcar (especialmente la blanca), así como las harinas refinadas, también pueden producir alteraciones en el estado anímico o alergias.
 
 Hay que poner atención al uso de detergentes en el lavado de su ropa, porque su piel es sumamente sensible y pueden sufrir de irritaciones y comezón constantes. Para mayor y más profunda información al respecto, recomendamos que se refieran al libro de la Dra. Doreen Virtue, The Care and Feeding of the Indigo Children (Cuidado y Alimentación de los Niños Índigo).
Sabemos de las dificultades que están viviendo muchos padres en los hogares y maestros en las escuelas, tratando de entender y adaptar a estos nuevos niños a las antiguas enseñanzas. Es
imperativo el cambio en el sistema de enseñanza porque ya es obsoleto. Por esto viene la unión de todos los que tenemos un poco más de información acerca de estos niños, para apoyar, informar y guiar a los adultos que sienten las dificultades, a la vez de ayudar y motivar a estos niños a seguir en su difícil e importante tarea de llevarnos hacia un mundo nuevo.
 
 
Rocío Capirossi y Dory Stern
FUNDACIÓN ÍNDIGO

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