domingo, 12 de marzo de 2017

INDIGO.- TOMANDO AL TORO POR LAS ASTAS- Capitulo 28


¿Nueva raza? Desde que el advenimiento de una nueva raza de seres para la evolución de la humanidad fuera anunciada y pedida, una esperanza de cambio alentó a la gente dedicada al servicio de la Luz.
Finalmente, hemos llegado al tiempo en que esos seres han encontrado las condiciones para encarnar y producir el salto de conciencia en la Tierra. Pero, ¿qué sabemos de ellos? ¿Cómo son? ¿Qué cualidades traen? ¿Qué significa que sean más evolucionados? ¿Son todos iguales? ¿Cómo es la transición que ellos promueven? ¿Cómo les afecta a los que no son Índigo? 

Tal parece que hay suficientes incógnitas como para no tomar las cosas con ingenuidad, ya que de lo que estamos hablando es de personas que van a modificar substancialmente la vida tal como la conocemos.

Como para entender algo es necesario conocerlo, y es evidente que no sólo no se conoce a los Índigo sino que en muchos casos, ni siquiera se los reconoce, estamos frente a una situación inédita. No se trata aquí de saber quien es el nuevo vecino, sino de conectarse con familiares, amigos, compañeros de trabajo, inclusive gobernantes, que no son iguales a uno en pensamiento ni sentimiento y cuyas acciones parecen inexplicables. 
 
Reconociendo la diferencia se dice que los Índigo traen en su programación genética capacidades intelectuales y físicas que les permiten adaptarse fácilmente a los cambios y regenerar su cuerpo para permanecer saludables. Son muy creativos y manejan tecnología con gran facilidad. Son altamente sensibles y perceptivos, capaces de desarrollarse bien en entornos afectivos balanceados. Tienen clara conciencia de sí mismos, una poderosa autoestima, capacidad para objetivar los problemas y resolverlos sin caer en estados de culpa, ansiedad o vergüenza.
Reconociendo la diferencia,  también se dice que, de verse afectados por un entorno con disfuncionalidad afectiva o una
educación limitante, se alteran al punto de enfermarse, encerrarse en sí mismos o volverse rebeldes incontrolables, que sólo pueden ser tratados con psicofármacos. La pregunta sería aquí ¿por qué ocurren estas alteraciones? Independientemente del medio en el cual el Índigo nace y crece, qué le daría mejores o peores condiciones para su desarrollo, se supone que está capacitado para lidiar con energías disarmónicas. Todo Índigo sabe que vino a este planeta –que no es un lugar de vacaciones– con la tarea de modificar lo que está decididamente mal.

 
 Lo sabe desde sí, porque generalmente recuerda quién es él, y lo sabe porque hay una condición planetaria y colectiva que da lugar a su llegada a esta encarnación. Entonces, ¿por qué encuentra tantas dificultades para expresar su personalidad?
Mirando las diferencias tal vez una aproximación a las respuestas sea un dato sobre la condición Índigo poco conocido. La raza Índigo ya “es” evolucionada porque proviene de una dimensión
donde la experiencia de la polarización en la dualidad es menos intensa. Los Índigo son un colectivo, que tiene conciencia de estar unido al resto de su gente, produciendo una sinergia que permite tener la experiencia individual a disposición de todos. Cada individuo sabe que lo mejor para él es lo mejor para todos y todos saben que necesitan que todos sus componentes individuales respondan a un estándar de vivencias adecuadas para que haya estabilidad en el grupo.

Es un principio lógico de equilibrio que los Índigo como raza ya tienen asimilado, por lo que cada persona busca modificar aquello que puede ser perjudicial, para si y para el colectivo, para lograr el alcance de sus máximas expresiones individuales. Este principio no depende del contacto físico porque el Índigo puede mantenerse conectado mientras se mueve muy lejos de su origen en busca de experiencia. Por sus habilidades telepáticas e intuitivas absorben la
información en niveles paranormales y la trasmiten fuera del espacio-tiempo, creando canales de comunicación en diferentes dimensiones. Todas sus cualidades son el producto del manejo
depurado de los chacras superiores. En condiciones favorables pueden expresar amor incondicional y mantener el balance perfecto en el fluir de la energía del Creador. Pero los Índigo tienen una debilidad: no saben integrar eficientemente la energía de los tres chacras inferiores.



Tomando al toro por las astas


Tomando al toro por las astas, la raza Índigo es plenamente consciente de sus limitaciones. Sabe de los riesgos de entrar en una dimensión con grandes fluctuaciones de energía. Está aquí porque
espera estabilizar la energía lo suficiente como para permitir enlazarla con una dimensión superior y establecer un corredor que permita mantenerlas en contacto. En ese aspecto tiene experiencia porque es su forma habitual de expresión. Eso no quita que por muy buenos navegantes no se encuentren en una situación donde no puedan controlar la nave y terminen estrellándose. De hecho, la mayoría de los Índigo adultos que llegaron antes han explorado la
energía de la Tierra y han tenido que adaptarse a una densidad a la que no estaban acostumbrados con la consiguiente disminución y, en algunos casos, pérdida de sus capacidades para actuar permanentemente centrados en su tarea.


No son pocas las personas que han experimentado andar a contramano con la sociedad, la época, las relaciones familiares, preguntándose porqué su vida transcurre en una constante frustración por no ser comprendidos cuando, en su interior, sus vivencias le parecen tan lógicas y naturales.
Para quienes alguna vez hayan tenido la oportunidad de escuchar al Dr. Waldo Vieira describiendo a las personas con “síndrome del extranjero” podrán entender las dificultades de adaptación que puede tener un Índigo. Para la mayoría de los Índigo es muy difícil transitar por un mundo con grandes desequilibrios económicos, sociales y políticos, sabiendo que estos desequilibrios no son expresión de la energía universal sino distorsiones producidas con un propósito creado intencionalmente. Frente a esta realidad, un Índigo puede adoptar dos posiciones: convertirse en un reflejo de su entorno, compartiendo conductas y creencias, muchas veces por no sentir un vacío afectivo que lo lastima, o volverse un cínico aprovechando las condiciones de corrupción para mantener su subsistencia.



No es de extrañar entonces que, sin el freno inhibitorio de la culpa o la vergüenza que rige a la sociedad de tercera dimensión, pueda involucrarse en situaciones de degradación física o social, sin ningún remordimiento ni control. Desde esa perspectiva, un “capo” no es más que un cuidadoso responsable por el bienestar de su grupo; un narcotraficante, un eficiente mercader que sólo piensa que “mantener al cliente satisfecho” y un mercenario no es más que un empleado al “mejor precio que se pueda pagar”. Estas conductas no son más que el reflejo de un grave desajuste del chacra raíz –controlador de la supervivencia–, con el apoyo de la creatividad
perversa del chacra sexual y el manejo de poder desmedido del plexo solar.


Sin caer en este extremo, el Índigo sobreadaptado puede terminar sin tener pareja, después de muchos intentos de conciliación, por su aparente “falta de interés” en las relaciones románticas; sin amistades, porque lo consideran demasiado “raro” como para compartir algo con él; sin un trabajo permanente por su incapacidad para permanecer en un mismo sitio y hacer tareas rutinarias; y sin un título académico formal porque su forma de adquirir el conocimiento no encaja en los parámetros tradicionales para evaluar el conocimiento. El Índigo sabe que por alguna razón es diferente y no reúne los requisitos que la sociedad tiene y se queda en mitad de camino entre la frustración y el desánimo, sin encontrar el lugar y el momento para expresar su verdadera naturaleza.

 
Teresa Sánchez Taborda
Fundación Índigo

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...