sábado, 1 de abril de 2017

Libro el Yoga de Jesus Capitulo VI El verdadero significado de "Creer en su Nombre" y de la Salvación


Capitulo VI
El verdadero significado de "Creer en su Nombre" y de la Salvación
“Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su hijo unigénito, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él”.
El que cree en él, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del hijo unigénito de Dios”.
“Y la condenación está en que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas”. Pues todo el que obra mal aborrece la luz y no va a la luz, para que no sean censuradas sus obras. Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios”. (Juan 3: 16-21).

La confusión entre “Hijo del hombre” e “Hijo unigénito de Dios” ha sido la causa de mucha intolerancia en el ámbito del eclesianismo, que no comprende o no reconoce el elemento humano presente en Jesús: el hecho de que un hombre nacido con un cuerpo mortal, que había desarrollado su conciencia hasta volverse uno con Dios mismo. No era el cuerpo de Jesús sino la conciencia existente en dicho cuerpo la que era una con el Hijo unigénito: la Conciencia Crística, el único reflejo de Dios Padre dentro de la creación. Al instar a la gente a creer en el Hijo unigénito, Jesús se refería a esta Conciencia Crística, que se hallaba totalmente manifestada en él, así como en los maestros de todas las épocas que han alcanzado la realización divina, y que se encuentra latente dentro de cada alma. Jesús señaló que todas las almas que eleven su conciencia física (la conciencia de Hijo del hombre) hasta alcanzar el cielo astral y luego se unifiquen con la Inteligencia Crística unigénita presente en la creación entera conocerán la vida eterna. ¿Significa este pasaje de la Biblia que todos aquellos que no acepten a Jesús o no crean en él como su salvador serán condenados? Este es un concepto dogmático en lo que se respecta a la condenación. Lo que Jesús quiso expresar es que quienes no se identifiquen con la Conciencia Crística universal están condenados a vivir y pensar como agobiados mortales, circunscritos a las limitaciones sensoriales, porque especialmente se han desunido del Eterno Principio de la vida. Jesús no se refirió en ningún momento a su conciencia de Hijo del hombre ni a su cuerpo como el único salvador de todos los tiempos. Abrahán y muchos otros alcanzaron la salvación antes incluso de que Jesús naciera.
Afirmar que la persona histórica de Jesús es el único salvador constituye un error metafísico, ya que quien otorga la salvación universal es la Inteligencia Crística.


Como único reflejo del Espíritu Absoluto (el Padre) presente de manera ubicua en el mundo de la relatividad, el Cristo Infinito es el mediador o vínculo exclusivo entre Dios y la materia, y todos los individuos que están hechos de materia – sean cuales fueren sus diferentes castas o credos – deben pasar a través de El con el fín de llegar a Dios. Todas las almas pueden liberar su conciencia cautiva en la materia y sumergirla en la vastedad de la Omnipresencia al sintonizarse con la Conciencia Crística.
Dijo Jesús: “Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que Yo Soy EL”. Jesús sabía que su cuerpo físico permanecería en el plano terrenal sólo por poco tiempo, y por eso les aclaró a aquellos para quienes él era el Salvador que, cuando su cuerpo (el hijo del hombre) hubiera dejado esta tierra, la gente todavía podría hallar a Dios y la salvación al creer en el omnipresente Hijo unigénito de Dios y conocerle. Jesús enfatizó que todo aquel que creyera en su espíritu como el Cristo Infinito que en él se había encarnado hallaría el sendero hacia la vida eterna mediante la ciencia meditativa de la ascensión interior de la conciencia. “Para que todo el que crea en él no perezca”. Las formas de la naturaleza son cambiantes, pero la Inteligencia Infinita inmanente a ella jamás resulta modificada por las mutaciones de la ilusión. El niño que caprichosamente se apega a un muñeco de nieve llorará cuando el sol se eleve en el cielo y derrita esa figura. Del mismo modo, los hijos de Dios sufren si se apegan al cambiante cuerpo humano, que atraviesa las etapas de la niñez, la juventud, la vejez y la muerte. Mas quienes enfocan dentro de si la fuerza vital y la conciencia y se concentran en la chispa interior de inmortalidad del alma perciben el cielo incluso cuando aún se hallan en la tierra y, puesto que han comprendido la esencia trascendente de la vida, están libres del dolor y el sufrimiento inherentes a los incesantes ciclos de vida y muerte.
El propósito de las majestuosas palabras de Jesús en este pasaje era dar a conocer una alentadora promesa divina de redención para toda la humanidad.
Siglos de interpretaciones equivocadas han instigado, en cambio, guerras de odio intolerante, crueles inquisiciones y juicios condenatorios causantes de divisiones. “Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por El”. En ese versículo, “mundo” significa la creación de Dios en su conjunto. Al reflejar su Inteligencia en la creación – lo cual hizo posible un cosmos estructurado-, el propósito del Señor no fue diseñar una prisión de finitud en la que las almas quedaran confinadas, lo quisieran o no, como participantes en la danza macabra del sufrimiento y la destrucción, sino volverse accesible como una Fuerza impulsora que instase al mundo a pasar de la manifestación material oscurecida por la ignorancia a la manifestación espiritual iluminada. Es verdad que la vibratoria manifestación creativa de la Inteligencia Universal ha dado origen a la miríada de atracciones que se exhiben en la sala de espectáculos cósmica, las cuales mantienen al ser humano constantemente alejado del Espíritu e inmerso en la vida material, dándole la espalda al Amor Universal ante los fatuos encantos de la vida humana.
No obstante, la percepción del Absoluto que está más allá de la creación se encuentra íntimamente cercana, merced a la intermediación de su Inteligencia reflejada en todo lo creado. A través de ese contacto, el devoto comprende que Dios ha enviado a la Inteligencia Crística (su Hijo unigénito) no para crear una cámara de torturas, sino una colosal película cinematográfica cósmica cuyas escenas y actores proporcionarán entretenimiento durante algún tiempo y finalmente regresarán a la Bienaventuranza del Espíritu.
A la luz de este entendimiento, y sean cuales sean las circunstancias que atravesemos en este mundo relativo, sentimos nuestra conexión con el Espíritu Universal y percibimos que la vasta Inteligencia del Ser Absoluto opera en todas las relatividades de la naturaleza. Todo aquel que crea en esa Inteligencia – el Cristo – y se concentre en ella en vez de enfocarse en sus productos- la creación externa- encontrará la redención. Pensar que el Señor condena a los no creyentes como pecadores es una incongruencia. Dado que quien mora en todos los seres es el Señor mismo, la condenación sería algo totalmente contraproducente.
Dios jamás castiga al hombre por no creer en El; es el hombre quien se castiga a sí mismo. Si uno no cree en la dinamo y corta los cables que conectan su casa a esa fuente de energía, se privará de las ventajas que le brinda la electricidad. De modo similar, ignorar la Inteligencia que se halla omnipresente en la creación entera es negar a la conciencia su vínculo con la Fuente de la Sabiduría y el amor divinos que ponen en movimiento el proceso de ascensión en el Espíritu.

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