viernes, 10 de marzo de 2017

INDIGO.- REFORZANDO EL TALÓN DE AQUILES


Es indudable que hay Índigo exitosos. Si se busca entre los ecologistas, los artistas plásticos y los músicos visionarios, los asistentes sociales, los maestros, los sanadores alternativos, los
cineastas y escritores de ficción, y hasta entre los técnicos de computación, los ingenieros y arquitectos; los capaces de crear belleza, de pensar en el futuro y construirlo aunque sea en un
rincón del garaje, allí están los que le ganaron la partida a la tercera dimensión. Los que miran a los robots, la inteligencia artificial y la Internet como una parte de sus vidas que les despeja de hacer el trabajo duro y les facilita el contacto con otras personas y la expresión de su creatividad, son los exitosos.


Ellos sostienen la energía para todos, alentando el cambio y recuperando a los que se perdieron por el camino. La cualidad de interconexión que todos tienen surte su efecto, tarde o temprano y
los Índigo reciben el llamado en su interior. Lo más importante es advertir que no se está solo, que los obstáculos que pudieron aparecer e interrumpir el propósito de vida pueden ser despejados. Y que los que vienen detrás (ahora niños o adolescentes sometidos a condiciones peores) necesitan de la experiencia y el apoyo de los adultos para continuar el proceso de ascensión de la Tierra.
Pretender que por sí mismos puedan sobrellevar las dificultades actuales, un mundo lleno de experiencias negativas, puede ser una creencia omnipotente. Un niño Índigo negado de sí y sin experiencia espiritual no va a ir mucho más lejos que cualquier persona sin experiencia espiritual. 


Puesto a vivir en la pobreza, peleando por un lugar en la calle, sin educación y sin proyecto de una vida mejor, puede convertirse en un delincuente muy creativo. Expuesto a una vida consumista, sin valores éticos, puede conducirlo a la autodestrucción por adicciones. Un Índigo no valorado también puede ser un fracasado autosuficiente.

Creando la Red


La primera tarea que un Índigo activo tendría que emprender es reconectarse con los demás Índigo. En esa conexión reside la posibilidad de saber cómo enfrentar las debilidades circunstanciales y recuperar su potencial. Saber qué les pasa a otros Índigo y buscar respuestas entre todos facilita la tarea y acelera la sanación. Lo siguiente sería crear lugares físicos de reunión o convivencia. Cierto es que existen “comunidades virtuales” creadoras de Luz, pero para materializar en la Tierra las cualidades de la abundancia permanente y la creación divina, todavía falta construir las comunidades concretas.


Si esperamos vivir en una Tierra sin polución, aprovechando la energía alternativa, con personas sanas y educadas, capaces de realizar sus talentos en su máxima expresión hay que hacer algo
que en la Tierra cuesta: poner el cuerpo. Esto debe sonar bien claro para los Índigo porque, a diferencia de lo que se piensa –que son emocionales – son mentales. En el mundo Índigo se mueve poca energía física y mucha energía mental con el resultado paradójico de que con poca energía mental, se construyen muchas cosas físicas. Poner el cuerpo, arremangarse y trabajar, suele ser un esfuerzo más que considerable. Por consiguiente existe el desafío de vencer la inercia de la materia y hacer “magia” o ponerse pala en mano a cavar. Ambas son válidas, aunque sea preferible llegar rápido a la “magia”, como para no cansarse. Constituyendo un
grupo, la energía se condensa con mayor rapidez y no va a tardar mucho en materializar espacios físicos de aprendizaje, recuperación y esparcimiento, acordes con la mentalidad de los Índigo.

Es importante que los Índigo no se vean sólo como casos de psiquiatría o como los sabios “elegidos” para salvar al planeta porque ninguna de las dos cosas es cierta. Un Índigo tiene
necesidades diferentes porque piensa y siente diferente, pero no es más que el reflejo de lo que la sociedad de la Tierra va a ser en un futuro cercano. Sus expresiones adecuadas pueden conducir a una vida realizada para todos, pero sus actos de rebelión pueden agregar mucha más leña al fuego de lo que ya existe. Nadie es tan tonto como para no distinguir entre lo bueno y lo malo que el mundo actual ofrece, por lo tanto, más allá del miedo que el cambio produce en las personas, el mundo de los Índigo es un lugar de gracia y equilibrio, si los Índigo están en gracia y equilibrio.

 
Teresa Sánchez Taborda
Fundación índigo

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